fuerzas armadas

"Solo quiero volver al cuerpo"

  • Francisco Javier Fontao fue considerado no apto para el servicio tras las consecuencias del accidente que sufrió en 2011 cuando era infante de Marina

Francisco Javier Fontao posa para la imagen con el bastón que sigue necesitando.

Francisco Javier Fontao posa para la imagen con el bastón que sigue necesitando. / román ríos

La historia de Francisco Javier Fontao González es la historia de unos planes de vida truncados, la de una carrera frenada. La de un soldado de Infantería de Marina al que un accidente mientras estaba de servicio le llevó fuera del cuerpo. "No pido una pensión, quiero que me devuelvan mi trabajo", asegura este joven de 29 años que con mujer y dos hijos se encuentra en el paro y con secuelas en su pierna derecha, la accidentada cuando formaba parte del tercer batallón del Tercio de Armada.

Fontao ingresó en las Fuerzas Armadas cuando tenía 18 años, el 21 de octubre de 2007. En sus planes estaba acceder al cuerpo de suboficiales. Todo cambió, sin embargo, el 25 de junio de 2011. Ese día se encontraba en la Sierra del Retín, en el campo de adiestramiento de la Armada, para participar en las maniobras PHIBLEX. Se acercaba la una y media de la tarde y ocupaba el puesto de tirador de ametralladora, en la parte alta de un hummer. Iban por una zona de poca visibilidad, asegura; "la carretera estaba mal señalizada como consta en autos", expone en sus alegaciones; y el conductor "seguramente no reunía las mejores condiciones", advierte, en referencia a su poca experiencia y a la falta de descanso que arrastraba. Eso unido a la velocidad excesiva para circular por la carretera en cuestión motivó que al observar un vehículo que transitaba de frente, el piloto maniobrara y el hummer se saliera de la calzada y chocara. "Volcó y quedé atrapado por la pierna derecha", detalla Francisco Javier, que casi siete años después sigue sufriendo las consecuencias del suceso.

Fontao, que sufre secuelas en su pierna derecha por el accidente, está en paro

Trasladado al hospital de San Carlos, tuvo que ser intervenido hasta en dos ocasiones. "Vinieron a verme muchos mandos del Tercio de Armada y superiores", cuenta este hombre que habla de promesas incumplidas y de la sorpresa que supuso la decisión de Defensa de romper su vinculación. Se lo notificaron en abril del año pasado. En ese tiempo entre el suceso y la comunicación este ex infante de Marina sufrió un calvario.

Primero, comprobó que el seguro del vehículo no respondía por el accidente al no ocurrir en un carretera normal, sino dentro de un campo de maniobras. "Ni siquiera se ha llevado a cabo la más mínima investigación sobre las condiciones del vehículo, su ITV, o las condiciones del conductor", se queja incrédulo porque la Armada tenga un seguro con estas características que deja indefenso a los participantes en maniobras que puedan sufrir accidentes.

Pero sobre todo los problemas sobrevinieron por la complicación de las lesiones sufridas (fracturas, heridas incisivas, contusiones). "El día del alta del Hospital de San Carlos ingresé por urgencias en el Centro Médico Chiclana por un intenso dolor motivado por una necrosis que no me habían detectado antes", detalla. Meses después inician un expediente extraordinario de aptitud psicofísica, que Fontao interpreta como el primer paso para "deshacerse" de él. "A otros les han permitido estar muchos meses, años, en situación de baja sin iniciar este expediente", argumenta. La junta médico pericial estima que puede trabajar con limitaciones. "No tiene en cuenta que estoy pendiente de nuevas intervenciones quirúrgicas y que voy con dos muletas", matiza. Se le envía a la unidad de base del Tercio de Armada, "pero para ellos soy un lastre, un estorbo", y nada más tomar posesión en el destino le confieren la baja médica. Por eso, vuelven a solicitar un expediente de actitud psicofísica. "La junta médico pericial pasa de considerme útil a lo contrario, cuando en ese momento ya voy sólo con un bastón", apunta este isleño, que reside actualmente en Chiclana. Se le reconoce una minusvalía del 15%. Esa decisión médica conlleva la respuesta administrativa del Ministerio de Defensa que lo cesa de su actividad en las Fuerzas Armadas. "Me tengo que ir a la calle", resume Francisco Javier Fontao, que se marcha tras conocer la resolución del 7 de marzo de 2016 con una indemnización irrisoria de 30.000 euros. Porque además, al causar baja, ya no tiene acceso a los médicos que lo trataban.

Ante la situación en la que se encuentra, el ex soldado ha decidido hacer pública su historia. La plataforma Andalucía por sí le daba hace unos días la oportunidad de contarlo ante los medios. Ante la cámara asegura que busca que le permitan volver al cuerpo, volver a trabajar. "No busco una pensión", insiste. En su recurso pedía que la resolución de Defensa quedara sin efecto por un defecto de forma y, en caso de no admitirse, que se procediera a un nuevo reconocimiento médico para valorar su estado. Su lucha continúa y deja claro que con movilizaciones.

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