La formación MIR

Hay que mejorar la sensación que los MIR tienen de estar mal retribuidos

Desde hace varias décadas, la formación de nuestros médicos especialistas se realiza mediante el sistema denominado MIR (médicos internos residentes) que, durante varios años, reciben su formación específica en centros del sistema sanitario público.

A lo largo de todo este tiempo el sistema MIR se ha mostrado como un procedimiento enormemente eficaz para garantizar una formación especializada que ha hecho que nuestros profesionales médicos tengan una acreditada cualificación y excelencia profesional, reconocidas a nivel internacional.

Una de las claves del éxito está referida al procedimiento de acreditación de los centros y unidades docentes que se encargan de guiar y velar por la calidad del proceso formativo. Estos centros y unidades siguen un proceso sistemático de acreditación, independiente y documentado; así, a los que superan este proceso se les reconoce la cualificación para la formación de especialistas en Ciencias de la Salud, de acuerdo a unos requisitos o estándares que incluyen, entre otros, unos mínimos relativos a recursos humanos y físicos, actividad asistencial, actividad docente e investigadora y calidad.

De esta manera, se asegura la calidad en la formación de especialistas y para ello, periódicamente los Centros y Unidades Docentes acreditadas se someten a procedimientos de auditorias docentes externas que realiza la Agencia de Calidad del Sistema Nacional de Salud y también se lleva a cabo un seguimiento tanto de las Auditorías como de los Planes de Mejora garantizando la mejora continua de la calidad.

Ahora bien, en relación con el sistema MIR hay un par de cuestiones que conviene señalar; una, se refiere a la conveniencia de asegurar (por parte del Sistema Nacional de Salud) la planificación de necesidades de médicos especialistas necesarios para que nuestra sanidad tenga el número y el tipo de especialistas necesarios. Esta planificación sería imprescindible para evitar que sobren o falten efectivos, como nos ha pasado a lo largo de los años en alguna ocasión.

La otra cuestión tiene que ver con asuntos como la retribución de los MIR o como el tipo de trabajo que en demasiadas ocasiones se percibe como excesivamente dedicado a la realización de guardias.

Sé que estos asuntos son discutibles y, por ejemplo, la retribución, al ser ligada a un proceso formativo en prácticas, no es fácil que sea muy diferente o superior a la actual. Pero conviene plantearse medidas que hagan posible mejorar la sensación que muchos MIR tienen en relación a sentirse mal retribuidos. E igual sucede con el tema de las guardias; sé que están vinculadas en general al sistema formativo. Pero es un asunto que merece un ajuste más fino para evitar que se perciba como un recurso fácil pta disponer de mano de obra barata que cubra eventuales carencias de personal en los centros.

No obstante, tenemos un muy bien sistema de formación especializada por el que podemos sentir orgullo. Nuestra gratitud a los MIR debe ser patente y continúa. Gracias a ellos también, nuestros servicios sanitarios tienen buena calidad. Y gracias a sus tutores y docentes. Su labor es clave.

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