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EL NUEVO DIVORCIO

Rupturas a la europea

  • Jueces, abogados y psicólogos se unen para fomentar acuerdos que minimicen los daños al menor tras la separación de la pareja. La custodia compartida se abre paso en la sociedad. Crece la moda de la mediación, que favorece la igualdad en los procesos.

Hay conflictos que no se solucionan en los tribunales,  relaciones enconadas a prueba de leyes y resoluciones. No hay papeles que puedan arreglar algunas separaciones y divorcios. “Una cosa es la solución judicial y otra la emocional”, advierte Gracia Morales. Habla con conocimiento de causa, porque está separada y porque por su despacho de abogados pasan a diario muchos temas de familia. El suyo es uno más de los que hay en Andalucía, donde cada día se tramitan 70 rupturas de media. Pero su filosofía se distingue del resto. “Cada caso es un mundo”, apunta la letrada que, a raíz de su experiencia personal, comprendió que cada pareja requiere una solución y que hay otros divorcios posibles, si no buenos, beneficiosos para todas las partes. Un convencimiento que le ha llevado a tener que abandonar algún asunto.

En más del 90 por ciento de los casos, según los letrados consultados, las partes buscan un acuerdo económico que reparta de la manera más ventajosa los bienes y, si hay menores, establezca un régimen de custodia que en la gran mayoría de los casos va asociado a la concesión de la vivienda y la pensión. “La mayoría de las separaciones y divorcios son de mutuo acuerdo, pero algunos no son sinceros ni comprometidos y se alcanzan desde una perspectiva egoísta, para lograr una resolución rápida que suponga los mínimos costes”, confirma el magistrado Francisco Serrano, titular del Juzgado de Familia número 7 de Sevilla.

Su visión tampoco es una más. Desde su juzgado remite muchos casos a gabinetes de psicólogos y mediadores porque su experiencia le dice que hay crisis que acaban en patologías, pues no se supera el duelo ni el luto por la pérdida de la pareja y se hace partícipe de este sufrimiento a los hijos. “La mala leche no entiende de sexo; tras el divorcio te encuentras con padres negligentes que pagan las pensiones y abandonan a sus hijos y con madres que asumen que los hijos son de su propiedad, y al revés. Los menores son utilizados como armas arrojadizas y la sociedad ve estas interferencias, lo sabe y no hay que discutir, sino buscar soluciones”, explica el magistrado.

Agustín Fernández lo hace desde hace siete años en la Asociación Familia y Pareja (mediacion@faypa.e.telefonica.net), un servicio de mediación familiar e intergeneracional hasta el que han llegado este año un centenar de casos que son atendidos gratuitamente gracias a un programa de colaboración con la Junta de Andalucía.  “Los mediadores somos imparciales, no podemos ser testigos ni peritos ni juzgamos, nuestra misión es conseguir que se relajen, dialoguen y lleguen, por ellos mismos, a concluir cómo es el divorcio que quieren y cómo se puede administrar para causar el menor daño posible”, explica. Por ahí se empieza. Es algo de sentido común que muchos no ven cuando el dolor se torna en rencor o venganza, lo que suma riesgos añadidos al divorcio. “Aquí vemos casos de adolescentes que no se entienden con sus padres y, cuando profundizamos, comprobamos que todo deriva de un divorcio mal resuelto”, explica Manuel Muñoz, trabajador social y miembro de dicho gabinete de mediadores, que también tiene una psicóloga.

Los especialistas defienden que el buen divorcio comienza antes de iniciar los trámites legales. José María Morán lo tuvo muy claro.  Él ya conocía la teoría de gestión de conflictos y, de hecho, enseñaba las técnicas a sus alumnos de la Universidad Pablo de Olavide, por eso recurrió a la mediación tras una ruptura matrimonial “de la que se sale amputado emocionalmente”. Él quería algo más que arreglar los papeles, quería ayuda para reconstruir sus inversiones emocionales, no sólo las económicas. Su ex mujer aceptó y todo fue más fácil.  “Eso es clave, que ambos estén dispuestos a llegar a un entendimiento, que tengan una actitud constructiva pues, a veces, las personas son muy primarias y uno tiene que entender que no siempre es la víctima”, explica. Gracia Morales lo descubrió a raíz de su caso personal. “La mediación me ayudó a canalizar el tsunami de emociones que entonces sentía: dejé la casa y me fui con mis hijos a otro barrio, otro entorno, me convirtió en una familia monoparental con dos hijos de 14 y 18 años y hay que ser inteligente para saber leer lo que la vida te dice entre líneas”, advierte.

Ambos se dieron cuenta de que la defensa de sus intereses no tiene por qué pasar por la pérdida del interés de la contraparte y no tardaron en alcanzar un acuerdo. La abogada tiene la custodia de sus hijos con un régimen muy flexible y el profesor firmó la  custodia compartida del suyo cuando éste tenía 3 años.  “Es absurdo que por criterios culturales, antropológicos o simbólicos se siga diciendo que la mujer está más capacitada que el hombre para cuidar y educar a su hijo”, argumenta un hombre que aprovecha su testimonio público para apoyar las reivindicaciones de muchos padres separados que pasan “un auténtico calvario”.

Así define Jesús Rosado, un padre divorciado de Ronda, su situación. “Paso una pensión de 600 euros más la mitad del importe de la hipoteca de la casa, vivo con mi madre sin posibilidad de rehacer mi vida ante la falta de recursos y veo a mis hijos  tres horas por la tarde los martes, jueves y viernes y los fines de semana alternos”, comenta este padre a quien “estas generosas visitas” le saben a poco y por ello se escapa por las mañanas para ver a sus hijos en el colegio. Buscó ayuda, “pero no di con las personas adecuadas” y sigue luchando por establecer una relación de normalidad.

La propia terminología sobre el divorcio que se ha popularizado entre la sociedad revela cuáles son algunas de la emociones de estos padres, por ejemplo, ante el llamado régimen de visitas.  “Es preciso cambiar algunas expresiones y buscar otras cargadas de afectos positivos, es una estrategia para superar el divorcio”, comenta el psicólogo cordobés José Manuel Aguilar. Este experto reflexiona acerca del lenguaje y, apunta, entre otras cuestiones, que no es lo mismo visitar a los hijos dos días por semana que vivir con ellos dos días.  Los padres asociados en la plataforma www.custodiapaterna.org reflexionan en su foro sobre el significado del vocablo “mi” y concluyen que los hijos son “mi responsabilidad, no mi propiedad”. Ellos son padres que han asumido en solitario la tutela y con su experiencia demuestran que no sólo es posible, sino que hay hombres tan capacitados o más que las mujeres para ello.

Al juez Serrano no le gusta perderse en cuestiones conceptuales. “La patria potestad siempre se comparte, es el deber de velar por los hijos, alimentarles, educarles y procurarles una formación integral”, alega. Por ello suele hacer una recomendación a las parejas que llegan a su juzgado: “A la sociedad no le importa si ustedes han fracasado como pareja, como matrimonio, pero sí si lo hacen como padres”.

Tanto el magistrado como el psicólogo cordobés confirman que la sociedad está evolucionando. “El progreso se puede aplazar, pero nunca detener”, advierte Aguilar.  La visión de familia tradicional se va superando. De hecho, cada vez hay más sentencias referidas a parejas de hecho, que nunca se casaron pero tienen hijos en común. “Pero, sobre todo, lo que reconozco es que hay muchos padres que quieren seguir participando de la crianza y educación de sus hijos porque durante la convivencia en pareja ya lo han estado haciendo”, argumenta el juez en favor de la custodia compartida. “Ésta es una figura igualitaria que reconoce sus derechos de padres y  madres”, insiste Aguilar.

Muchos profesionales prefieren no poner títulos. Custodias compartidas siempre las ha habido, aunque este término no figurase en la sentencia de divorcio. Las han firmado padres que creen que la educación y crianza de los hijos es cosa de dos. El mediador Agustín Fernández también percibe un cambio de mentalidad, sobre todo en los padres jóvenes. “Y también otros padres y madres que manipulan a sus hijos para fastidiar al contrario, en algunos casos, involuntariamente”. La mediación ayudaría a eliminar estas situaciones. Pero los expertos consultados coinciden en que en Andalucía todavía falta cultura de mediación y equipos   para atender estos servicios, algo que no contempla la nueva Ley de Mediación en trámite.

Ya llegó el divorcio exprés. Ahora se espera que llegue otro divorcio, el que posibilita que todos ganen, incluido el menor. En Andalucía hay recursos y profesionales dispuestos a acortar el camino. Y funciona. Muchos países europeos son testigos.

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