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Ese peaje de la AP-4 que no cesa

  • En 44 años de explotación se han suprimido los peajes del puente Carranza y de 'La Cartuja'

  • Fue un signo de modernidad que se ha transformado en otro de aislamiento

La autopista, en su tiempo, fue un signo de modernidad: la forma ideal para llegar a Sevilla rápidamente y evitar una Nacional IV que, por entonces, era incluso peor que ahora, una carretera donde se juntaban los vendedores de naranjas con los de tomates en los arcenes y donde no era infrecuente encontrar una especie de kiosco un poco más allá de la cuneta, con un 'descampaíto' para aparcar donde se vendían pajaritos fritos (práctica hoy duramente castigada) o 'pajaritos de huerta' (pimientos fritos). Ahora es justamente lo contrario: la autopista es un signo de atraso, una carretera por la que hay que pagar para obtener lo que el Estado debería garantizarle al ciudadano que conduce su vehículo: seguridad y buena calzada. Esta seria deficiencia, y muchas veces los políticos lo olvidan con sus rencillas, cuesta vidas. Y es duro ver a una hija llorar porque una amiga suya murió cuando iba a comer lentejas con dos amigas a su casa de Sevilla y no tenían dinero para la autopista. Es un testimonio personal.

Al señalar aquellos puestos ambulantes me refiero a los primeros años 70, los mismos en los que para cruzar el puente León de Carranza había que pagar un peaje en las cabinas, si no se quería tomar el camino más largo, que conducía hasta Puerto Real, Barrio Jarana, San Fernando y la manga de tierra que la sigue uniendo con Cádiz. El ahorro en gasolina en esos años (en 1972 llegó la crisis del petróleo y la gasolina dejó de pagarse baratísima) provocaba que no fueran infrecuentes las colas en el puente. Eso mientras no hubiera un buque cruzando y permitiera a los gaditanos de tierra adentro ver el espectáculo del puente levantado. También se pagaba en el peaje de 'La Cartuja', en Jerez, que fue desmontado con gran regocijo popular en el año 2005. Aún sigue el de Las Cabezas de San Juan, una 'frontera' de pago que muchos colectivos han considerado durante años un 'impasse' al desarrollo de la provincia. Cuando empezaron a funcionar costaban los tres 50 pesetas. Es decir, que para llegar de Sevilla a Cádiz ciudad se debían abonar 150 pesetas, un dinero realmente 'curioso' para la época.

La autopista cumplía una función bien diferente a la de la Nacional. Ésta última debía conectar los pueblos entre sí, de forma obligada, era una vía de comunicación clave, a favor de la economía entre los pueblos, de la interconexión, que hacía posible vivir en un pueblo y trabajar en otro. Fueron los años en los que las arcenes de la nacional se llenaron de flores de plástico y cruces con fotografías encastradas. La Nacional, a qué negarlo, aún hoy dota de vida a aquellas localidades, como El Cuervo, por las que atraviesa. "A nadie le gusta que una carretera pase por mitad de tu pueblo pero sin ella hay que reconocer que la vida aquí no sería la misma", señala un vecino de esta localidad jerezano-sevillana que aún conserva una calle (la calle Jerez) que forma parte del término de esta localidad.

Fue poco antes de que llegaran los años 70 cuando el régimen de Franco adjudicó la obra. Eran los estertores de la dictadura, de una forma de vida, de política, que ya se había abierto al exterior pero aún debía ser 'reventada', lo que para sorpresa de todo el mundo se hizo desde dentro, desde el alma del propio régimen. En apenas dos años quedó abierta al tráfico en su totalidad, lo que se puede considerar un verdadero récord para la época. Hay carreteras más cortas hoy en día que se tarda hasta tres veces más tiempo en ser construidas.

La actual concesionaria, el Grupo Abertis, señala como principales curiosidades que las obras fueron adjudicadas en febrero de 1970 a Bética de Autopistas y llevadas a cabo por Dragados y Construcciones, en uno de sus más importantes trabajos cuando la compañía cumplía sus primeras tres décadas de vida. Es de destacar que el primer tramo (comprendido entre Puerto Real y El Cuervo) se inauguró en noviembre de 1971 y el segundo, desde El Cuervo a Dos Hermanas, en enero de 1972. La autopista, que tiene una longitud de 94 kilómetros, ha llegado a disfrutar de una intensidad media diaria de 25.000 vehículos.

Si algo distingue la relación de Jerez y la provincia con la autopista que las conecta con Sevilla es comprobar cómo se ha convertido en una promesa incumplida por los dos grandes partidos que se han alternado en el poder de Madrid desde los primeros años 80. Bastaba que un partido estuviera en la oposición para que reclamara al del Gobierno que acabara con ese 'impuesto', algo que el partido en el poder volvía a reclamarle a su predecesor en cuanto ocupaba su lugar en la oposición. Y así han ido pasando los años sin que haya una vía alternativa que garantice un trayecto rápido y seguro entre la provincia y Sevilla.

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