Provincia de Cádiz

El niño que siempre quiso ser 'Peter Pan'

  • De una vida a todo lujo a los juzgados. Juan Pedro Galán, ¿galante o demonio?

De niño prodigio del toreo a estar señalado por la justicia, a la bancarrota moral. Juan Pedro Galán Naranjo (Jerez, 1971), aquél niño que hizo vibrar la plaza más grande del mundo, la Monumental de México, logró tocar el éxito con apenas diez años. Con el tiempo, su carrera se truncó. Ahora, el 'Peter Pan' del toreo, aquel niño que nunca quiso crecer y que se convirtió en héroe de los 'niños perdidos' del imaginario país de 'Nunca Jamás', en medio de un mundo de piratas, hadas y sirenas, aparece en las fotos cubriéndose el rostro con una bufanda. Pobre 'Peter Pan', dirían los niños.

La historia de Juan Pedro Galán es sorprendente, como su éxito. Todo comenzó hace muchos años. Era el verano de 1980. Juan Pedro, que nunca había mostrado ninguna afición taurina, le pidió a su padre Juan que le regalase un capote y una muleta como premio por haber aprobado el curso. "Pensó que estaba loco, pero a fuerza de darle la lata, conseguí convencerle". Su padre Juan creyó que se trataba de un capricho, "pero como no quería cambiarlo por nada, no me quedó más remedio que darle lo que pedía. Cuando le vi coger la muleta, me di cuenta que sabía torear". ¿Educó Juan a su hijo para el toreo? Mucho pudo influir en ese buen aficionado pero, como alguien dice, "cuando Juan Pedro es conocido, su padre ya gozaba de una vida desahogada". La familia Galán procede de El Portal. Sus raíces son modestas. Los que le conocieron dicen que tanto el hijo como el padre metieron mano en el campo. Juan Galán también trabajó como taxista. La imaginación y astucia del patriarca les permitió abrir un negocio de compraventa de coches en la calle Merced. Aquel negocio prosperó. Y se introdujo en la noche de Jerez. Los Galán dejaron El Portal y se instalaron en un piso de la urbanización de El Bosque.

Juan Galán fue siempre un hombre muy vinculado al toro. Había seguido a Manuel Benítez 'El Cordobés', invirtió tiempo y dinero con Gutiérrez Copano y representó en su momento a su segunda y actual mujer, Isabel Aguilar, Maricruz de nombre artístico, Alicia Tomás y Rosarillo de Colombia. Y fue Paco Casado 'el Fatigón' el que le procuraba la promoción de sus figuras en Sanlúcar. Entonces, ¿por qué no sacar provecho de aquél niño con ese desparpajo, gracia y habilidad que mostraba con un capote?

Con nueve años, Juan Pedro Galán toreó ante un público. Fue en la plaza de toros de Sanlúcar, el 8 de julio de 1981. En su debú, Galán, de azul pavo real y oro, un traje que le costó al padre 85.000 pesetas, cortó cuatro orejas y un rabo. El niño Juan Pedro, monaguillo del colegio Guadalete de El Puerto, perteneciente al Opus Dei, donde coincidió con los hermanos Antonio y Luis Domecq, alternó los estudios con el toreo. Sus giras por Latinoamérica hicieron que sus ausencias a clase fueran célebres, como recuerdan sus compañeros, que hablan de "un chico noblote, nada chulo". Entre ellos, hay quien alcanza a decir que era su padre Juan el que le llevaba de la mano por los platós de la televisión de la época, quitándole siempre algunos años para preservar ese filón, "cuando sabíamos todos que, en lugar de diez años, ya había cumplido los trece o catorce". "Al principio -declaraba su padre-sufría mucho. Pero enseguida me di cuenta de que el niño era un profesional en la plaza y que el único riesgo que corría era el de un accidente, igual que cruzar una calle. Tampoco le echamos toros. Son becerros de un año o año y medio, con un peso de 220 kilos".

La prohibición de que el menor actuara en los ruedos les obligó a viajar. Y vino la aventura americana. Puso en pie la Monumental, prosiguió una interminable carrera de éxitos en los ruedos y las taquillas -"cobra siempre y como el que más", presumía su padre- que continuó a su regreso a España con memorables tardes de toreo.

El tiempo pasó, Juan Pedro se hizo mayor y llegó la alternativa. Era un día de 1990 en la plaza de El Puerto. Un problema inesperado hizo que Rafael de Paula se cayera del cartel, por lo que ocupó su lugar José Luis Parada quien, en presencia de Galloso, le entregó los trastos al joven Galán. Se dice que aquella sustitución no hizo demasiada gracia al torero, pero antiguos miembros de su cuadrilla afirman que lo aceptó con orgullo y elegancia, "como él ha sido siempre, una persona extraordinaria, amable, que tendía siempre la mano a un amigo. Cuando comenzó a ayudar al padre en sus negocios, muchos de aquellos compañeros que se quedaron en el camino recurrían a Juan Pedro, que le ocupaba en tal o cual trabajo".

Lo que vino después como matador nada tuvo que ver con aquellos años de éxito y dinero como niño prodigio del toreo. Sus apariciones fueron cada vez más escasas y su figura fue olvidándose. Algunos piensan que Juan Pedro perdió la ilusión: "Si hubiera sido tenaz, Juan Pedro sería ahora otro Enrique Ponce"; otros, como su gran amigo y compadre Juan José Padilla, piensa que "no tuvo la suerte de tener una dirección adecuada. Su apoderamiento no fue muy efectivo. El mundo del toro es así. Y lo pagas."

La vida le cambió a Galán. Comenzó a echar una mano en los negocios de la familia, sin descuidar su afición al toro, probando con el rejoneo y participando en festivales benéficos. Cuando los miembros de la asociación 'Tierra de Hombres' -dedicada a la infancia- le solicitó ayuda para la organización, no lo dudó un momento y ofreció una capea en su finca de El Toro, colaborando, según dijo, "con todos esos niños que había visto abandonados por las calles" en sus giras por Sudamérica.

Al tiempo, trató de refinar el negocio familiar de discotecas y whiskerías. Muy diferente a su padre, siempre se mostró tímido, educado y amable. Más cosas: Cuando la Gerencia de Urbanismo de Pacheco ordenó el derribo de una parte del complejo de El Toro y se destapó una importante deuda de la sociedad con el municipio, Juan Pedro tomó las riendas, dio la cara de forma correctísima y se avino, finalmente, a un acuerdo con el Consistorio. Hay algo más que llama la atención: Algunos de los testimonios de jóvenes que trabajaban en alguno de estos locales se refirieron estos días a su corrección y buenas formas, muy diferente a las maneras que atribuyen a su hermana Rocío.

Su compadre Juan José Padilla aterrizó el pasado jueves en Jerez de vuelta de su gira por México. Nada conocía de lo sucedido con la familia Galán. "Fue un impacto. Nunca imaginaría que esto pudiera ocurrirle a un amigo. Te entra una impotencia y una frustración interna saber que no puedes hacer nada". Padilla nació dos años después que Juan Pedro. Tiene, por tanto, 37 años, y para él el niño precoz siempre fue el referente. "Yo también quise ser torero. Éramos unos niños por entonces, no nos conocíamos, pero a través del programa de Manolo Yélamo en Radio Popular, me regaló el primer trabajo de corto que tuve".

¿Sigue siendo el mismo? "Siempre ha sido igual. Como torero, con una gran capacidad profesional, disciplinado y respetuoso con sus compañeros. Fue un torero con muchísima disciplina, que ha tenido también mucha cabeza para llevar adelante el negocio de su padre, porque es tremendamente listo, pero en éso yo no entro. No se lo merece. Fíjate en su generosidad, que estos días volvía a actuar en un festival benéfico en Algeciras, cuando ni le hacía falta. Yo creo que, todavía, Juan Pedro no ha dejado de ser ese niño prodigio, inteligente y capacitado".

Desde hace cuatro días, la isla de 'Nunca Jamás' ha hecho plof. Nuestro 'Peter Pan', aquél niño que nunca quiso crecer, que se desvivía por los niños pobres y la caridad, se ha desvanecido. Y ya no quedan piratas, ni hadas ni sirenas. Quizás, tanta precocidad haya acabado con el héroe de los niños, ahora ocultando su rostro de las cámaras con una bufanda. Demasiada galantería.

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