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tribunales | juicio con jurado por el caso ¡oh palace!

"Me encañonó, forcejeamos y en un empujón se disparó la pistola"

  • "Sólo pretendía arrebatarle el arma", dice el acusado de asesinar al dueño del club

  • "Intenté hablar con él pero ya no contestaba. Se me vino el mundo encima. Había matado a alguien"

Dos escopetas de plomillos y una pistola de fogueo intervenidas en el domicilio del principal acusado.

Dos escopetas de plomillos y una pistola de fogueo intervenidas en el domicilio del principal acusado. / d.c.

El principal acusado por el asesinato en febrero de 2015 del que fuera dueño del club de alterne ¡Oh Palace! de El Puerto, cuyo cadáver fue hallado en el maletero de su propio coche calcinado y con un tiro en la cabeza, declaró ayer en el juicio que el día del crimen mantuvo una discusión con su socio en la que éste "me encañonó, forcejeamos y en un empujón se disparó la pistola". El procesado explicó que en el transcurso de esa pelea, que duro "milésimas de segundos", no tuvo la intención de matarle, "yo sólo pretendía arrebatarle el arma, tanto es así que, tras escuchar la detonación, recé por que no le hubiera dado".

Según el relato del procesado, él fue varios años administrador del club ¡Oh Palace!, regentado por el empresario leonés Ángel Federico Rodríguez. Inicialmente, la relación entre ambos era buena pero con el tiempo se fue deteriorando. "Ángel era una persona violenta, imprevisible, incapaz de controlar sus impulsos, no se le podía llevar la contraria".

Cuando la relación laboral se rompe, "Ángel Federico amenaza con matarme"El propietario del ¡Oh Palace! extorsionaba a otros gerentes de clubes según el procesado

Con la intención de seguir describiendo la personalidad de la víctima, el acusado ha señalado que cuando una juez de Sevilla ordenó el cierre cautelar del ¡Oh, Palace! y de otros negocios que tutelaba Rodríguez, éste "ingresó en la clínica López Ibor por problemas psiquiátricos", si bien "se fugó", llegando incluso a "amenazar a la juez con matarla y después suicidarse".

El supuesto asesino ha testificado que el jefe del ¡Oh Palace! se dedicaba también a extorsionar y a amenazar a los propietarios de otros clubes "para quitarse competencia de encima. Siempre tenía a alguien en el punto de mira".

En este sentido, el procesado ha relatado que el dueño del prostíbulo portuense "ordenó que se le diera una paliza" a un tercero, la cual no se llegó a consumar porque el propio acusado recibió el aviso y alertó a esa tercera persona (que se escayoló los brazos para simular haber sido apaleada). Este episodio fue el "detonante" que llevó al procesado a romper su relación laboral con Ángel Federico, quien a raíz de ahí "comenzó a amenazarme de muerte. Vino a mi casa en varias ocasiones, aunque no consiguió hacerme nada porque fui alertado, aún así yo vivía atemorizado".

El supuesto brazo ejecutor del crimen ha explicado que el día de su cumpleaños recibió un mensaje del gerente del club en el que le decía: "Feliz cumpleaños, urraca. Disfruta de él como si fuera el último porque nunca se sabe".

Además, el principal acusado ha indicado que era "práctica habitual" de Ángel Federico mandarle a acreedores para que le reclamasen deudas que el empresario leonés tenía pendientes de pago. Así, el día de los hechos, el 24 de febrero de 2015, el procesado recibió la queja de un carpintero que le exigía 12.000 euros. "Entonces llamé por teléfono a un empleado de oficina del club para que dejarán de enviarme gente y echaran un poco más de vergüenza".

Minutos después, testificó el encausado, recibió una llamada desde un número desconocido. Era Ángel Federico. "Me dijo que quién me creía yo que era y que quería verme para aclarar unos asuntos pendientes, pero yo no quería quedar con él, prefería posponerlo para otro día". Posteriormente recibió otra llamada de L.V., uno de los acusados por encubrir el crimen, preguntándole qué había pasado con el jefe, "que estaba como loco".

Según el relato del principal procesado, L.V. y el gerente del ¡Oh Palace! acudieron a su domicilio sobre las 13:30 horas. El supuesto encubridor le refirió que Ángel Federico lo esperaba fuera, en su coche, y se marchó a la zona de cuadras que había en la finca "para darnos intimidad para charlar".

"Yo le tenía mucho miedo a Ángel, estaba descompuesto, pero entendí que lo mejor que podía hacer en ese momento era salir a su encuentro", afirmó el acusado. Así, el dueño del prostíbulo lo invitó a "subir al coche para ir a tomar un café" y, tras recibir un no por respuesta, le gritó "déjate de historias, te he dicho que te montes, me cago en tu puta calavera".

El supuesto autor del crimen aseveró ante el tribunal del jurado que en ese instante vio al gerente del prostíbulo bajar del vehículo con una pistola. "Yo sabía que arma era, la sacaba en cualquier sitio cuando quería intimidar a alguien. Me encañonó con ella, forcejeamos y en un empujón la pistola se disparó, puede que fuera demasiado sensible". El que fuera trabajador del ¡Oh Palace! alegó que todo fue muy rápido y que su única intención fue arrebatarle el arma.

"Intenté hablar con él pero ya no contestaba. Le salía sangre de la cara. Ahí entré en un bloqueo absoluto y se me vino el mundo encima. Había matado al alguien", afirmó el acusado, que siguió explicando su versión de los hechos. "Empujé el cuerpo hacia dentro, cerré la puerta del coche y cogí la pistola".

Después del suceso, explicó el procesado, entró en su casa y le dijo a su pareja que se fuera de allí sin contarle nada de lo ocurrido. Ahora bien, le entregó el arma envuelta en un paño de cocina para que se deshiciera de ella. En ese punto de la declaración, el acusado rompió a llorar. Decía sentirse culpable por haber involucrado a su novia, muy joven, en este caso.

El encausado también ocultó el crimen a L.V., al que fue a buscar a las cuadras para llevarlo de nuevo a su domicilio. Cuando el supuesto encubridor le preguntó por Ángel Federico, el procesado le refirió que se había tenido que marchar y que habían quedado para hablar otro día.

"Me encontraba deshecho, desbordado por la situación, así que llamé a R.A., mi amigo, mi hermano, una persona de mi total confianza, para decirle que tenía un problema serio", indicó el supuesto agresor otra vez entre lágrimas. Según explicó el acusado, R.A. acudió ese día a El Puerto desde Sevilla y cuando le contó lo sucedido, cogió las llaves del coche de Ángel Federico y le dijo que no se preocupara. "Me quitó el bulto de encima y yo, en un acto de cobardía, no me atreví a preguntarle qué iba a hacer con el cuerpo", que apareció dos días después calcinado dentro de un turismo tras haber sido incendiado con gasolina.

Interrogado por las armas intervenidas en su casa, el procesado advirtió al tribunal del jurado que eran dos escopetas de plomillos y una pistola de fogueo, "de las que sólo hacen ruido". Asimismo, admitió que años atrás obtuvo la licencia de armas reglamentaria porque "Ángel Federico, aficionado a ellas, me insistió en que la consiguiera".

A preguntas de su defensa, el principal acusado en el caso ¡Oh Palace! ha negado que el móvil del crimen fuese económico. La deuda de 17.000 euros que apunta la Fiscalía no es una suma de dinero relevante para el dueño del club portuense, quien tenía "un poder adquisitivo muy elevado", ha alegado a modo de conclusión el supuesto homicida.

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