Presente y futuro de la costa de la luz (capítulo 3) El litoral de Conil

Entre el desastre de Roche y la custodia de Castilnovo

  • Conil intenta olvidar la ocupación salvaje de los acantilados de Roche con el desarrollo de un Plan que convirtió costa urbanizable en protegida · El pueblo aún tiene suelo para diez hoteles cerca de la playa

En el recorrido de 14 kilómetros que traza el litoral de Conil se encuentran ejemplos de la estrategia urbanística más depredadora de la historia de la Costa de la Luz y también de la política más proteccionista con el litoral en toda la provincia. En el norte, la ocupación salvaje de los acantilados de la urbanización de Roche comparte espacio con terrenos libres que perdieron su condición de urbanizables en el Plan General de 2004. En el sur, el Ayuntamiento busca fórmulas para conservar la virginidad de la playa de Castilnovo, para siempre. Pese a las estrategias de protección de suelos, el municipio todavía dispone de terreno clasificado como turístico para construir unos diez hoteles vacacionales en parcelas próximas a su franja litoral.

El Ayuntamiento de Conil presume de ser uno de los primeros del país en invertir la corriente del desarrollo urbanístico: convirtió unas 300 hectáreas de suelo urbanizable en no urbanizable con el planeamiento de 2004. Estos terrenos, ahora con protección forestal y paisajística, rodean por completo el residencial de Roche y forman un triángulo cuyos vértices están en el puerto deportivo, el pinar y en la Loma Sancti Petri, donde Barceló ha abierto su último hotel.

"Son espacios que evitan la conurbación -que los núcleos urbanos independientes se conviertan en una unidad- y quitan carga de la costa. Cuando planteamos esto, en los noventa, era algo que sonaba a chino", sostiene el concejal de urbanismo de Conil, Francisco Alba. Los terrenos protegidos blindan el crecimiento del complejo residencial de Roche, que comenzó su desarrollo en los 70 a partir de un deslinde de monte público y hoy está formado por más de un millar de casas para economías pudientes.

Roche ha pasado a la historia negra del urbanismo en la provincia por la ocupación salvaje de los acantilados de la zona a finales de los 90, con Izquierda Unida al frente del Ayuntamiento, bajo el amparo de un convenio urbanístico de 1996 que ampliaba las opciones de explotación del suelo y de calificaciones urbanas anteriores a la Ley de Costas, según recuerdan Lola Yllescas, del colectivo ecologista La Laja, y Eva Leal, portavoz local del PSOE.

Los promotores derribaron hitos de Costas; privatizaron tramos completos de playa y eliminaron enebros marítimos protegidos. Las sanciones administrativas fueron, a la postre, mínimas.

En la primera línea de Roche, de calas y acantilados diseñados por el oleaje durante siglos, no hay más posibilidades para construir, aunque el Ayuntamiento conserva una bolsa de 150 hectáreas de uso turístico (unas 40 hectáreas ocupables) que se distribuye en paralelo al litoral entre la urbanización y el puerto, a unos 400 metros de la arena.

El 80 por ciento de este terreno es propiedad de ROSAM -la empresa municipal de suelo-; un fruto del deslinde acometido en los sesenta. "Hay muchos pretendientes para estas parcelas, aunque en estos momentos todavía hay un debate sobre su posible desarrollo", apunta el concejal de urbanismo. En la zona hay espacio suficiente para "seis o siete hoteles" de un tamaño mediano.

Las posibilidades de desarrollo urbano y turístico de la franja costera de Conil continúan en el tramo que une la Fuente del Gallo y La Fontanilla, en el sur, donde el litoral rocoso da paso a playas amplias y arenosas. En la zona central de la playa de La Fontanilla, junto a los alojamientos de la cadena Fuerte y el Costa Luz, existen tres grandes parcelas de uso hotelero que deben unir el casco urbano de Conil con los desarrollos urbanísticos ya acometidos en la Fuente del Gallo.

Dos de las parcelas son propiedad de empresarios locales y están situadas junto al Hotel Garbí Costa Luz. La tercera es de la promotora Goncava, que está tramitando su plan y negocia con cadenas hoteleras la futura gestión del negocio, según explicaron fuentes de la empresa.

Cuando todos los proyectos hoteleros estén ejecutados, en la próxima década, Conil habrá completado su particular complejo turístico frente a la Fontanilla, desde la pareja de negocios de Fuerte hasta el Hotel Flamenco, que prolongará hacia el norte su casco urbano y ofrecerá en unos pocos kilómetros de distancia alrededor de 3.000 plazas de alojamiento (el Novo Sancti Petri, primer núcleo hotelero de la provincia, tiene unas 10.000).

Este crecimiento planificado en el sur del pueblo vuelve a interrumpirse en el Prado de Castilnovo, entre Conil y El Palmar, entre el río Salado y el arroyo Conilete. El Prado combina en 280 hectáreas la campiña y el litoral y se conserva completamente salvaje, convertido en un cogollo de intereses enfrentados.

El Ayuntamiento de Conil declaró el espacio protegido en el planeamiento de 2004 por su interés paisajístico e instó a la Junta de Andalucía y al Ministerio de Medio Ambiente a que se comprometieran en la conservación del espacio sin usos urbanísticos.

La Consejería de Medio Ambiente desestimó hace dos años incluir Castilnovo en la figura de paraje natural. Argumentó que ya existían mecanismos de protección suficientes para una parte del terreno y que el resto "no contiene, de acuerdo con la normativa, características que hagan necesaria su declaración como espacio natural".

No obstante, a petición de IU recogida en el Plan de Ordenación del Territorio de Andalucía (POTA), la Junta se ha comprometido a aumentar la protección de Castilnovo cuando se elabore el Plan de la Janda, que regulará el crecimiento de la comarca.

Mientras, Costas ha tramitado la ampliación de la zona de servidumbre en El Prado de 100 a 200 metros, a la espera de que el Gobierno tome decisiones sobre la compra de la parcela, actuación incluida en su Estrategia de Sostenibilidad de la Costa. Según adelantó el alcalde de Conil, Antonio Roldán (IU), la intención de Medio Ambiente es comprar sólo la primera línea de playa.

Los propietarios de Castilnovo, un centenar de familias tras décadas de herencia, al margen de la promotora Arenal 2000 -que compró una parte del suelo-, reseñan que El Prado no tiene valor ambiental, como sí ocurre en el caso de los pinares de Roche, y defienden que la zona puede ser de gran utilidad social para Conil con un desarrollo adecuado.

La Laja no duda de la importancia "biológica y paisajística" de El Prado, que hoy se contrapone al enorme diseminado de viviendas ilegales y sin ordenación levantado en el vecino El Palmar.

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