Provincia de Cádiz

Entre bodegas y viñas

  • Fueron los primeros técnicos superiores de Vitivinicultura de Andalucía, la primera promoción del ciclo que imparte un instituto de El Puerto desde 2009 y del que ya han salido 120 especialistas

Entre bodegas y viñas

Entre bodegas y viñas

Un grupo de amigos celebra la noche de San Juan en una viña del Marco de Jerez junto a Las Tablas. Hay mucho descorche. Se bebe y se habla de vinos. En esa misma viña, que lleva por nombre 'La Zarzuela', hace seis años coincidieron por última vez para realizar las prácticas del grado de Vitivinicultura que les dio acceso al título de Técnico Superior en esta especialidad. En la velada coinciden profesores y alumnos de la que sería la primera promoción de vitivinicultores o enocultores de Andalucía, el escalón previo a la carrera de Enología que el instituto Santo Domingo de El Puerto tuvo el acierto de implantar en 2009. Hasta la fecha, en sus aulas se han formado más de 120 especialistas del ramo, de muy diversa procedencia y no sólo de la provincia, con una tasa de ocupación laboral que ya quisiera el resto de titulaciones oficiales.

El boca a boca, un anuncio en el periódico, por internet, un cartel en el lugar más insospechado y el empeño del director del ciclo formativo, Agustín Saucedo, que se pateó los institutos y bodegas de media provincia para divulgarlo, hicieron posible reunir al número suficiente de alumnos para que la Consejería de Educación, apenas diez días antes de cerrarse el plazo, diera el visto bueno a la puesta en marcha de este ciclo formativo en el que no hay año sin listas de espera para matricularse.

Aquel mismo año, Montilla se quedó en puertas al no contar con los alumnos necesarios de impartir la especialidad, que hoy día sólo puede estudiarse en Andalucía en la localidad cordobesa y en la malagueña Manilva, además de en El Puerto. Y de alguna forma, los miembros de esta quinta que se mueve entre la viña y la bodegas comparten la nueva filosofía que invade el Marco de Jerez, la revolución silenciosa de la que son partícipes también muchos de los jóvenes enólogos salidos de la universidad.

el artífice

El respeto y cariño que profesa la promoción de vitivinicultores de 2011 -el curso se estrenó en 2009 pero tiene dos años de duración- a Agustín Saucedo es digno de admiración. Y no es gratuito, porque este químico, enólogo y profesor jubilado hace dos años es el alma mater del grado superior de Vitivinicultura, sucesor de la extinta Escuela Técnico Profesional de Viticultura y Enología que en su día tuvo el Instituto de Formación Profesional de La Granja.

Agustín, apasionado por el vino desde corta edad por afinidad con la profesión de arrumbador de su padre, se enteró en 2008 de la aprobación del grado superior de Vitivinicultura por parte del Ministerio de Educación y tras sondear el interés de las bodegas por contratar especialistas en la materia no se lo pensó dos veces.

"Empezamos en precario y con una veintena de alumnos porque la Junta esperó hasta comprobar que funcionaba para facilitarnos el equipamiento necesario, así que tiramos de contactos y de favores para tener mostos y algo de material con el que trabajar", explica el impulsor del curso.

Los alumnos de la primera promoción eran de lo más variopinto, pues aunque la mayoría se matriculó para buscar una salida laboral, alguno lo hizo por afición, no para dedicarse profesionalmente al vino, indica Saucedo, quien subraya que fue una suerte contar en el alumnado con José Manuel Bustillo, técnico en Viticultura del IFAPA Rancho de la Merced, que ofreció su viña 'La Zarzuela' para realizar las prácticas.

De la promoción de 2011 salieron la primera capataz de una bodega de Jerez (Williams), una de las empresas pioneras del nuevo enoturismo del Marco (Spirit Sherry) o el autor de uno de los primeros vinos ecológicos de la Tierra de Cádiz (Forlong), entre otros.

los cómplices

El IES Santo Domingo ha visto recompensada su apuesta por el ciclo formativo de Vitivinicultura con el prestigio que le reporta ser el primero de Andalucía y el único de la provincia en el que se imparte, además de atraer alumnado y recursos.

El director del centro, Diego Herrera, se congratula del interés que despierta, lo que obliga a desdoblar las prácticas por la alta ratio de alumnos, treinta que son las plazas que ofertan anualmente. Con el paso de los años, el instituto ha hecho acopio de equipamiento y adaptado sus instalaciones, donde cuentan con una sala de vinificación y una bodega, en lo que "ayuda y mucho" las características del edificio, un antiguo convento del siglo XVIII.

Araceli Molinero,subdirectora del centro, impartió el curso anterior la asignatura de Catas y este año ha hecho lo propio con Estabilización y Análisis Enológico. Los cuatro profesores del departamento de Industria Agroalimentaria están en continuo reciclaje para impartir las asignaturas, explica esta bióloga con pasado vinatero en Montilla-Moriles, que compagina la docencia con los estudios del segundo ciclo de Enología, al tiempo que colabora con la bodega Luis Pérez. Araceli se queda con la motivación y el interés del alumnado, del que destaca que se rejuvenece conforme pasan los cursos.

La primera capataz

Casi sin darse cuenta, una de las alumnas del ciclo ya titulada se convirtió en capataz general de Williams & Humbert, profesión reservada hasta la fecha para los hombres en el Marco de Jerez. La primera capataz general de bodega es Ana Domínguez, una sanluqueña licenciada en Ciencias del Mar que entró en el sector por una de esas casualidades que cambian la vida de las personas por completo.

De vuelta a Sanlúcar tras su estancia en Asturias como becaria, Ana coincidió con la hija del ex presidente del Consejo Regulador Jorge Pascual, que por entonces trabajaba en Sandeman, que le sirvió de mediadora para incorporarse a dicha bodega en prácticas en el departamento de calidad. Poco antes de agotarse el periodo de prácticas, el propio Pascual la animó a presentarse a una entrevista en Sevilla para cubrir un puesto en Barbadillo "que ya estaba dado", pero gustó tanto a los entrevistadores que la contrataron para la empresa externa encargada de montar el sistema de calidad de esta bodega y de la también sanluqueña Hidalgo-La Gitana, a la que se incorpora como responsable de este departamento.

A los diez años, la crisis, entre otros muchos, se lleva por delante su puesto y recala en la cooperativa La Caridad, donde coincide con otra de las alumnas de la primera promoción que la anima a matricularse, cosa que no duda en hacer porque "quería un cambio de vida laboral".

El cambio le llega antes de tiempo, pues no había acabado aún los estudios cuando la despiden de la cooperativa, incorporándose en prácticas a la bodega Williams, en la que empezó "tirando mangueras, rociando botas y pringándome entera de vino", pues "soy de las que piensan que el buen arquitecto empieza de albañil".

Al cabo de los años, llega el momento de la jubilación del capataz general de Williams, José Luis Moreno, ocupando Ana su puesto que la convierte en la primera capataz general de una bodega de Jerez, si bien ella sigue considerándose "una pieza más del engranaje" de una bodega, de la que destaca su "mentalidad rompedora" en la equiparación de la mujer.

Espíritu rebelde

Eduardo Valderasy Cecilia Rodríguez son dos jóvenes miembros de la década de las promociones de Vitinicultura que al término del ciclo decidieron dar el paso como emprendedores al embarcarse en la creación de una empresa de enoturismo, una de las pioneras en acercar el turismo enológico a las viñas.

Su empresa conjunta es 'Spirit Sherry' y en su ADN, explica Eduardo, hay cierta rebeldía frente a la costumbre arraigada en la zona del enoturismo de bodega. Cuando comenzaron nadie hacía visitas ni actividades en las viñas, explica Cecilia, quien afirma que la empresa está teniendo un crecimiento de la demanda exponencial, "cada año va a más y diversificamos más la oferta con catas temáticas con comida mexicana o italiana, pases de moda...".

La última actividad ideada por 'Spirit Sherry' se llamó 'Vendimia con nosotros' y su éxito fue tal que de la cantidad de mosto obtenido hicieron un vino blanco con algo de crianza biológica, 'Infinito Palmira', que han comenzado a comercializar.

Al margen de la empresa enoturística, Cecilia se matriculó en el grado universitario de Enología tras acabar el ciclo de Vitivinicultura, al que llegó por un anuncio en el periódico y tras unas prácticas no muy satisfactorias en Cepsa después de estudiar un módulo de Industria de Procesos Químicos. También hizo prácticas en Williams, donde coincidió con la ahora capataz general de la bodega.

Eduardo, topógrafo, compagina la actividad enoturística de 'Spirit Sherry' con su trabajo eventual en Maestro Sierra. La crisis del ladrillo le privó de su trabajo anterior y le condujo a probar en el sector bodeguero por la posibilidad de sustituir a su padre, que trabajaba de ordenanza en Sánchez Romate. Precisamente, un día que acompañaba a su padre a la Estación de Viticultura vio el cartel anunciando el inicio del ciclo formativo, al que se apuntó y durante el que hizo prácticas en la bodega Huerta de Albalá.

Pegado a la viña

Eduardo y Cecilia, o lo que es lo mismo, 'Spirit Sherry' contaron desde el inicio con el apoyo de José Manuel Bustillo, propietario de la viña 'La Zarzuela' en la que han desarrollado su actividad enoturística durante todos estos años y una segunda casa para los alumnos de la primera promoción, que hicieron sus prácticas en esta parcela. Este técnico prejubilado que desarrolló su labor profesional durante años en el Rancho de la Merced contagió su pasión por la viña y por la experimentación con distintas varietales y vinificaciones al resto de sus compañeros de quinta.

Miembro de la cuarta generación de una familia de viticultores, se inscribió en el curso en parte por afición, en parte por ampliar sus ya amplios conocimientos sobre la materia. La viña ocupa cuatro hectáreas, de las que 3,5 son de uva palomino que vende a Williams para la elaboración de vinos de Jerez, mientras que en la media hectárea restante trabaja con variedades de uva blancas y tintas para sus 'experimentos', que comparte con la familia y amigos.

laboratorio del vino

Jenny Jurado y Virginia Martínezcoincidieron en el grado de Vitivinicultura y ahora también en su trabajo como técnicos de control de Calidad en el grupo bodeguero Estévez. A Jenny, natural de Sanlúcar, le viene de familia, pues tanto sus abuelos paternos como maternos fueron socios fundadores de la cooperativa Virgen de la Caridad, en la que trabajó como técnico de laboratorio desde 2004 a 2009, hasta que comenzó el curso de técnico superior en Vitivinicultura, que descubrió buceando por internet. Tras graduarse, esta joven sanluqueña comenzó a trabajar en Estévez, donde realiza el control de mostos, vinos y bebidas espirituosas. No descarta estudiar el grado de enología ni montar algún día un negocio vinatero por su cuenta.

Virginia tomó contacto con el sector tras realizar unas prácticas en Osborne relacionadas con sus estudios de Industria de Procesos Químicos. Después de hacer prácticas en Williams, su matriculación en el ciclo de Vitivinicultura le abrió las puertas de Barbadillo, a la que estuvo vinculada de 2003 al 2014, pasando un año después a engrosar la plantilla de Estévez. Esta técnico de laboratorio cree que académicamente ha tocado ya techo, no así en lo profesional, vertiente en la que confía en seguir progresando.

profesor vinatero

El caso de José María Blanco, 'Chema' para sus compañeros de promoción, difiere del resto, pues se apuntó al curso por afición, pero sin intención alguna de cambiar de profesión, aunque tampoco descarta hacer sus pinitos algún día en el mundo del vino. Profesor de Lengua del IES Fernando Quiñones de Jerez, donde reside desde hace 18 años, este profesor de familia bodeguera manchega se enteró por casualidad y se matriculó "para probar".

Tanto le gustó la experiencia, que con el título ya bajo el brazo propuso en su instituto, donde hay un ciclo medio de Cocina, instaurar una asignatura de Cultura Vitivinícola y Cata, que él mismo imparte.

Chema es un enamorado del vino en general y del jerez en particular, que considera una "maravilla", aunque eche en falta más interés en la restauración local para venderlo.

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