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300 años del Colegio de Guardiamarinas de Cádiz

  • Formación militar. En los primeros meses de 1717 se inauguraba en el barrio del Pópulo la academia de oficiales de la Armada. El centro se trasladó en1769 a San Fernando, que albergaría entre 1913 y 1943 la Escuela Naval Militar

Terminada la Guerra de Sucesión en 1713, el rey Felipe V vio con claridad la trascendencia del tráfico comercial con las colonias y lo necesaria que era una Armada sólida y capaz de mantener el vínculo con ultramar. Antes de la guerra había varias armadas descoordinadas y poco eficaces: la de la guardia del Estrecho, la carrera de Indias, la de Avería, la de Barlovento, la del mar del Sur, de Filipinas… hacía falta concentrarlas todas en una única eficiente y capaz de cumplir el papel encomendado, y de este modo llegaba la llamada reforma borbónica, que en cuestiones navales se concretó en la reunificación de la construcción en tres arsenales en Cartagena, Ferrol y San Fernando, además del de La Habana, la supresión de las distintas armadas y su sustitución por una única centralizada y la importación de las ordenanzas francesas, que, entre otras cosas, alumbraba un nuevo modelo de oficial para cuya educación y preparación se decidió crear un Colegio de Guardiamarinas en Cádiz, el cual echó a andar en los primeros meses de 1717, hace ahora 300 años.

El ideólogo de la institución fue José Patiño, Intendente General de la Armada, italiano de nacimiento y que ya había desempeñado un eficacísimo papel en la guerra. El colegio se estableció en el Departamento Marítimo de Cádiz, fijando su sede en una serie de casas contiguas al ayuntamiento enclavadas en el barrio del Pópulo. Inicialmente constaba de academia, biblioteca, armerías y cuartel, cediendo el propio ayuntamiento algunas de sus oficinas y parte de la Cárcel Real. A medida que aumentaba el número de alumnos se fueron dando otras ampliaciones.

Los primeros alumnos guardiamarinas cobraban 15 escudos de vellón al mes

El 7 de febrero de 1717 la institución contaba con 37 alumnos, la mayor parte de ellos vascos que se miraban en el espejo de Blas de Lezo, el oficial naval por antonomasia que se había educado militarmente en una escuela naval en Francia. Estos futuros oficiales embarcaron en Pasajes en los navíos San Luis, San Fernando y San Juan Bautista, atracando en Cádiz unos días antes de comenzar las clases. El llamado Batallón de Alumnos del Colegio de Guardiamarinas quedó adscrito a la Casa Real, no tardando en ganarse el privilegio de desfilar delante de la bandera. El plan de estudios comprendía una parte teórica en la Academia y otra práctica en los buques. Se estudiaba Álgebra, Geometría, Aritmética, Trigonometría, Cosmografía, Náutica, Artillería, Fortificación, Armamento, Construcción Naval, Maniobra, Esgrima, Música y Danza.

El primer guardiamarina inscrito fue Esteban Reggio y Gravina, príncipe de Yache. Para ingresar en la academia se exigió patente de nobleza en los cuatro primeros apellidos o ser hijos de militares de empleo no inferior a capitán; de estudios sólo se pedía un examen de las cuatro reglas. La edad exigida se estableció entre 14 y 18 años, aunque se hicieron notables excepciones que ingresaban en el Colegio en calidad de aventureros. De este modo harían carrera en la Armada una larga serie de marinos ilustres.

El Colegio cuajó en la ciudad desde el primer día. Pronto comenzaron a dejarse ver por Cádiz los caballeros alumnos con sus elegantes uniformes que costeaba la Armada y se renovaban cada dos años. Los guardiamarinas tenían asignado un sueldo de 15 escudos de vellón al mes, aproximadamente la mitad de lo que ganaba un artesano. La banda de música con que contaba la compañía se hizo muy popular en Cádiz. Los conciertos que ofrecía en el Ayuntamiento con ocasión de las proclamaciones reales corrían a cargo de ella y eran seguidas por los gaditanos con mucho interés.

Los guardiamarinas alternaban el estudio con la participación en operaciones reales y en verano de ese mismo 1717 cien de ellos embarcaron en la expedición enviada con éxito a la toma de Cerdeña. Hubo desde el principio participación de cadetes extranjeros, la mayor parte franceses e italianos, y en 1718 el zar Pedro el Grande de Rusia envió a Cádiz una veintena de aristócratas para que formasen la plantilla inicial de la Armada Imperial rusa. Felipe V e Isabel de Farnesio visitaron el Colegio el 2 de marzo de 1728, presenciando desde el balcón del ayuntamiento una parada militar en la que, naturalmente, intervino el Batallón de Alumnos.

La academia tenía imprenta propia y los cadetes navales presentaban siempre los trabajos más cuidados y pulcros de la época. De esta imprenta saldrían libros tan conocidos como el Compendio de Navegación para el uso de caballeros guardiamarina, de Jorge Juan, y volúmenes de mucho prestigio relacionados con la Aritmética, la Geometría, la Trigonometría y la Artillería. En 1790, trasladado ya a San Fernando, el Colegio publicaría las famosas Lecciones de Navegación de Mazarredo.

En 1769 la academia marchó a la Isla de León y siete años después se establecieron Reales Compañías de Guardias Marinas en Ferrol y Cartagena, clausurándose estos centros en 1824. Al año siguiente, ya como Colegio Naval, se mudó al Arsenal de la Carraca, instalándose 20 años después en la población militar de San Carlos, en San Fernando, colegio que se clausuró en 1867 tras formar a 1.002 alumnos distribuidos en 42 promociones. Las dificultades económicas y la revolución de 1868 aceleraron su cierre. El 10 de septiembre de 1869 el ministro Topete estableció la Escuela Naval Flotante en un pontón en Ferrol: la fragata Asturias. Esta Escuela Naval flotante estuvo activa hasta 1907, cuando se suprimió hasta nueva orden el ingreso de alumnos, lo que truncó miles de vocaciones, entre ellas las de un joven de 15 años llamado Francisco Franco que decidió entonces unirse al Ejército.

45 años más tarde, en enero de 1913, se inauguró la Escuela Naval Militar, ubicada de nuevo en San Fernando en los terrenos en los que hoy se levanta la Escuela de Suboficiales, permaneciendo allí hasta 1943. Fue entonces cuando Franco la trasladó a Marín, su ubicación actual, después de haberse barajado otras opciones como Cádiz, Ferrol, Cartagena, Mahón, Santander y San Sebastián.

El Juan Sebastián Elcano constituye un apéndice fundamental en el plan de estudios de los caballeros guardiamarinas, como antes lo fueron otros buques. De proa a popa, sus cuatro palos ostentan los nombres de los distintos buques escuela que complementaron en otras épocas el plan de estudios de los alumnos de la Escuela Naval: Blanca (Trinquete), Almansa (Mayor proel), Asturias (Mayor popel) y Nautilus (Mesana).

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