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Juan Jiménez Godino. Jefe de peaje de la autopista AP-4

"Para los andaluces, el acuerdo fue malo; ahora sólo pagamos nosotros"

  • Desde que levantó la primera barrera en 1971, ha sido testigo del desarrollo de la AP-4; al principio se paraban porque la confundían con una aduana; hoy, el paso es fugaz

Lleva 39 años viendo la vida pasar desde los peajes más calurosos de España, Jerez y, desde hace un lustro, sólo Las Cabezas. Cuando llegó en noviembre de 1971, las carreteras de pago se contaban con una mano en España y eran absolutamente desconocidas para la mayoría de los pocos conductores de entonces. Cuatro décadas después, Juan Jiménez Godino (Coripe, 1949) tiene en su cabeza un mapa perfecto, exacto, de la evolución de la AP-4: nuevos sistemas de pago, mejora del servicio y, lo último, la supresión (física) del peaje de Jerez, sobre la que tiene una visión crítica y también irónica: "A mí fue al que más benefició porque me quitaron un tercio del trabajo y seguí cobrando lo mismo" .

-Noviembre de 1971 y se estrena en la AP-4. Seguro que recuerda el primer coche que pasó.

-Sí. Fue un Volkswagen escarabajo de un americano que vivía en Sevilla y trabajaba en Rota. Al principio eran tan pocos que se casi se conocían entre ellos... La verdad es que poca gente puede decir que empieza su vida laboral al terminar el servicio militar y está toda la vida en la misma empresa con distintos nombres. Entonces sólo existían el túnel de Guadarrama y alguna autopista en Cataluña y ha sido la primera y única de Andalucía durante muchos años.

-¿Cómo ha sido la evolución del peaje en estas cuatro décadas?

-La lógica de la vida. Empezamos con cabinas manuales, con un calor insoportable porque no había aire acondicionado y el sistema de apertura de la vía era manual, pero no había barrera como hoy. El peaje no se ha cerrado jamás; ha funcionado ininterrumpida desde noviembre de 1971 y lo sigue haciendo; sólo se cerró alguna vez que hubo huelga de tractoristas. La tarificación era por cilindrada, no por tipo de vehículo, y teníamos que cubicar incluso algunos coches. La primera gran evolución, y algo muy innovador, fue la instalación de los postes de auxilio cada dos kilómetros; hoy ha quedado obsoleto por el uso del móvil. En los años 80 se instalan las vías automáticas para el pago con tarjeta, que no necesitan el peajista y ahí aparece la barrera. Y, lo último, la tercera fase ha sido el telepeaje, que empezó a funcionar hace más de una década. Lo próximo en el cobro será, según parece, el free flow, el peaje de libre flujo, sin peaje, que ya está en marcha en Francia o Portugal, pero esta opción está pendiente de la validación del uso de las cámaras instaladas en las autopistas.

-¿Y el tráfico? El crecimiento ha sido tremendo en los últimos años...

-Al principio era un auténtico desastre. Durante años sólo pasaron mil y pico vehículos porque la autopista se construyó por la expectativa de la construcción de una terminal de contenedores en Cádiz que finalmente no se hizo. Los peajistas se podían permitir el lujo de hablar entre ellos cuando veían que se acercaba un coche para ver quién lo cogía. Luego la autopista crece poco a poco hasta el 82, que hubo un gran aumento pero vuelve a bajar por la crisis, y la subida más significa se produce con la Expo 92. Entonces, ya es una autopista de verdad y tras la entrada en el Mercado Europeo, cuando despega el país, es cuando despega la AP-4 y el máximo se alcanzó en 2007.

-Anécdotas seguro que tiene para escribir un libro... ¿Cuáles son las más curiosas que recuerda?

-Para empezar, el peaje era algo tan novedoso que decías que trabajabas en un peaje y te decían, ¿eso qué es lo que es?. Muchos usuarios no sabían lo que era y se bajaban porque pensaban que era una gasolinera, o te daban el DNI y el pasaporte porque creían que habían llegado a la aduana. Una anécdota muy buena es que llega un vecino de Badajoz, que estaba acostumbrado a la barrera física por la frontera con Portugal, y cuando llega aquí, se para, se le dice que pase y dice: "Que no, que yo no salgo de España". También he tenido que llevar a una persona totalmente perdido, llorando, porque se había perdido; o un marroquí, también perdido, que pasó tres veces por el peaje dando vueltas hasta Puerto Real, Medina... Hemos tenido dispositivos de la Guardia Civil para detener a gente y con los marroquíes sí hemos tenido casos y problemas porque antes pasaban mucho más y dormían en el arcén o al parar un camión salían siete u ocho corriendo como si fueran conejos en el campo... 

-Hay visiones críticas que apuntan a que la autopista ha frenado el acercamiento entre Cádiz y Sevilla, la expansión urbanística de la ciudad hispalense hacia el sur... ¿Cómo lo ve usted?

-Las autopistas de peaje han estado siempre en las zonas más evolucionadas: Cataluña, País Vasco... En Los Palacios hay gente viviendo porque es más barato y porque gracias a la autopista tienen una conexión rápida y segura. Mientras, los que viven en el Aljarafe tienen serios problemas para desplazarse. Y cuando no había ni autovías en Andalucía, los sevillanos tenían la playa a una hora o una hora y media. Lo que ocurre es que, a raíz de la construcción de las autovías, hay un agravio comparativo que yo entiendo porque a nadie le gusta pagar, está claro. Pero, ¿ha aumentado el desarrollo de Jerez por quitar el peaje? Yo no lo sé.

-¿Y qué opina de la liberalización y del acuerdo con la Junta?

-Antes pagábamos todos, lo andaluces, los españoles y los extranjeros, y, aunque nos cueste sacar la cartera, era sólo un euro; ahora pagamos sólo los andaluces con nuestros impuestos. Yo, como andaluz, pienso que el acuerdo fue malo porque con ese dinero se podrían hacer nuevas carreteras. Por eso creo que si la gente lo hubiera sabido, habría estado en contra.

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