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enfoque de domingo

Rebelión contra las aulas

  • Decenas de familias en la provincia defienden modelos educativos alternativos en las escuelas libres o con el homeschooling, pero tienen difícil encaje legal

  • La Junta de Andalucía los cataloga como niños absentistas

Entrada de la asociación Manawee, en el diseminado de Saladaviciosa, en el término de Tarifa.

Entrada de la asociación Manawee, en el diseminado de Saladaviciosa, en el término de Tarifa. / fito carreto

Saladaviciosa, una mini Asturias que se ha colado en el paisaje de la provincia, es un pequeño núcleo rural de Facinas, pedanía de Tarifa, dondese despliega un rutinario edén de burros, caballos y vacas gobernando la verde ladera de una loma. Una de las casas, rodeada de una finca salpicada de juegos infantiles, tiene un pequeño cartel de bienvenida donde un niño subido a una escalera celestial riega flores gigantes. Es la manera discreta en la que se anuncia Manawee. Dentro, en horario escolar, se escucha chiquillería y en la puerta, junto a su furgoneta, se encuentra un padre inquieto porque su niña de tres años, por fin, hoy ha querido quedarse toda la jornada en la casa. Los nervios del primerizo. Le decimos que quisiéramos hablar con la gente de la asociación y él se muestra seguro de que no tendremos problemas, "no está Yvonne, que es quien lo lleva, pero os presento a Carlos".

No conoceremos a Yvonne ni a Carlos. Nada más poner un pie más allá de la cancela una joven advierte de que estamos en una propiedad privada. "Sólo queríamos conocer cómo funciona esto". "Me da apuro -se disculpa la joven, vestida con ropa de campo-, pero somos una asociación y tendríamos que estar todos de acuerdo y no vamos a hablar". "¿Cuántos sois?" "No vamos a hablar".

Y es que Manawee tiene un problema serio. Las diligencias realizadas por la Policía Local de Tarifa, a instancias de Asuntos Sociales, ya han sido enviadas al fiscal de menores. Han detectado que hay siete niños mayores de seis años no escolarizados. De este modo, esta asociación, a no ser que encuentre un resquicio, que no lo va a encontrar, para que la delegación de Educación los acepte como centro educativo, tiene que comportarse como lo ha hecho con nosotros, poniéndose una especie de traje clandestino.

La legislación no deja dudas. Una circular de la Junta a sus diferentes delegaciones lo expresa de forma taxativa: "Esta Consejería estima que las necesidades formativas van más allá de la influencia familiar y de los contenidos que pudieran trabajarse en el domicilio (...) por lo que los casos en los que se detecte la inasistencia de los menores al centro educativo incurrirán en una situación manifiesta de absentismo escolar". Para Educación, no hay debate. Pero en 2005 el Defensor del Pueblo Andaluz realizó un informe que acabaría en la papelera. Decía: "Pretender que nuestro sistema educativo va a permanecer ajeno a nuevas realidades sociales nos parece un ejercicio de ingenuidad. Si vislumbramos el futuro con perspectiva, nos daremos cuenta de que no podemos seguir apostando por un único modelo educativo, concebido como algo exclusivo y excluyente que criminaliza a todo aquel que opta por modelos educativos alternativos".

La historia de Manawee se inicia hace diez años, según el relato que hacen en la publicación digital Kaos en la Red, cuando tres padres residentes en un pequeño pueblo investigan fórmulas de educación alternativa. No quieren las guarderías tradicionales, les parecen espacios cerrados y quieren que sus hijos interaccionen con la naturaleza. Descubren el proyecto ecuatoriano Pesta, en el que no existen los maestros sino los acompañantes, en el que no hay objetivos pedagógicos, y deciden utilizarlo como guía. Pesta es el acrónimo de Centro Experimental Pestalozzi, un proyecto escolar en Tumbaco, Ecuador. Fue fundado por Rebeca y Mauricio Wild en 1977 y atendió a más de un centenar de niños. El matrimonio Wild y el libro de María Montessori, una devota católica, psiquiatra y pedagoga de principios de siglo, El secreto de la infancia, donde se habla de la educación a través del juego, son el catecismo de los defensores de la escuela alternativa.

Manawee se registró como una asociación en la que todo es asambleario. En su reunión semanal de "cuentas y corazón" deciden entre todos lo pedagógico, lo económico, qué comen los niños ( fruta, leche de soja, tortitas de arroz...) Todo es idílico. Los niños se revolean por la cuesta, cuando la vaca de uno de los vecinos va a parir se invita a los niños para que vean al ternero nacer, las granjas cercanas están siempre abiertas para que los niños jueguen con gallinas y pavos. Música, baile, hora del cuento...

No es que sean legión, pero en la provincia no son pocos. La red Ludus tiene registradas en la provincia un total de 15 escuelas libres, aunque no todas siguen la doctrina Pesta, ni todas se mueven al margen del sistema educativo, ya que en ocasiones funcionan como complemento. Las escuelas libres son defensoras delhomeschooling, pero en grupo. Contactamos por teléfono con una de las madres que se encuentra al margen del sistema. Pese a garantizarle anonimato, afirma que "no es el momento de hablar. No quieren que hablemos, no existimos". Pero sí existen. Y hay un número que se repite en toda la información que se encuentra en la Red: en España existen no menos de 3.000 niños educados en casa. Y en todas las páginas, que son muchas, se repite otra cantinela: en el extranjero las mejores universidades se rifan a los homeschoolers. En España el último caso fue el de Leonel Virosta. Leonel vive en Cuevas, un pueblo de 500 habitantes de Ávila. Nunca ha pisado un instituto. Es un superdotado y el sistema todavía tiene problemas con qué hacer con los superdotados. Leonel cogió su propio camino. No fue admitido por la Complutense porque carecía de certificados oficiales, pero sí lo hizo meses después la Universidad de Manchester. A los defensores de la educación alternativa les gusta mencionarle.

María Jesús Orihuela, psicóloga de Márgenes y Vínculos, ha estudiado en profundidad el tema y, aunque no se pronuncia de manera radical en contra, sí detecta que los niños que han pasado por esos procesos educativos alternativos cuentan con menos herramientas sociales. "En el caso de las escuelas libres es menos acusado, aunque, en nuestra sociedad, pueden padecer la etiqueta de raros. En el caso de los homeschoolers van a tener buenos resultados académicos si se hace bien porque cuentan con un aprendizaje adaptado, pero les falta una parte del aprendizaje que sólo te va a dar la socialización de la institución escolar. Negociación, resolución de conflictos, asertividad son elementos en los que van a tener más deficiencias".

Esta práctica, que en España más que prohibida no está regulada y su 'clandestinidad' es una deducción sobre la normativa, sí está reglada en los países de nuestro entorno: Inglaterra, Suiza, Francia e Italia lo tienen regularizado y en Estados Unidos es muy común, son cerca de dos millones. Los 13 hermanos malnutridos y encadenados por unos padres demenciales estaban registrados en California como homeschoolers. El debate en estos países está en el control. El nuestro es el descontrol.

"Casi todas las sentencias que ha habido a favor de homeschoolers no se han basado en el derecho constitucional a elegir el modo de educación de tu hijo, sino en los derechos del niño. En estos casos los padres sacaron al niño del sistema porque sufrían acoso. Es decir, los padres habían perdido la confianza en que el sistema protegiera a sus hijos". Quien habla con un dulce acento gallego es Montse, fundadora de una de esas 15 escuelas libres de la provincia que ha accedido a hablar con nosotros siempre y cuando, según le han pedido los padres de la escuela, no se dé la localización del lugar.

Al igual que en Manawee hay un enorme espacioexterior en el que se enseñorean cinco pavos reales. Hay circuitos de neumáticos, columpios, olivos, dardos. El 'aula' no es una casa, sino una 'yurta', construcción circular inspirada en las viviendas de Mongolia. Montse conoce bien el sistema educativo tradicional. Es profesora de instituto en excedencia y ha estado 'dentro' durante quince años. "Trabajé para cambiar cosas del sistema, llegaron a darme un premio a la innovación. Siempre estaba pensando cosas, pero había un problema insalvable: las aulas tienen paredes y las paredes son el primer enemigo. Y burocracia, y papeles, muchos papeles, mover cualquier cosa era un esfuerzo agotador". Dice respetar la educación tradicional porque conoce a magníficos profesionales, pero tiene la sensación de que "el sistema" acaba por engullirlos.

Ha viajado al epicentro del modelo Pesta. Estuvo en Ecuador en el proyecto León Dormido, el heredero de las primeras experiencias del matrimonio Wild, y aquello transformó su visión de lo que es educar, "cómo nos relacionamos los adultos con los niños. Tomé conciencia de mi propia experiencia. Yo había sido una buena estudiante, acabé mis estudios y mi carrera sin problemas, pero lo había hecho sometida a una tensión que seguramente me creó unos mecanismos ineficaces para enfrentarme a mis serntimientos. Pero también lo básico. Yo, por ejemplo, no sabía dividir, sabía hacer operaciones, pero no sabía dividir porque nunca me dijeron para lo que servía. Creo en un aprendizaje natural. El ser humano viene de nacimiento con la curiosidad y encontrará la motivación y la disciplina cuando algo le guste de verdad".

Su objetivo en su escuela libre, nacida de su propia necesidad como madre, es la creación de un ambiente de sosiego, "casi meditativo, y eso propicia el desarrollo humano. No es una filosofía de escuela, sino de vida". De este modo, continúa, nadie le dice al niño, siempre acompañado de sus padres, lo que tiene que hacer. Esta opción implica que "alguno de los padres se tiene que sacrificar y pedir una excedencia y que sólo un sueldo entre en casa. Pero quien lo hace, lo hace convencido". Los resultados, asegura, están ahí: "Mis hijos leen y saben perfectamente sumar, restar multiplicar. Lo hacen manipulando piñas o lo que haya alrededor. El aprendizaje va surgiendo solo, no hay un señor sentado en una tarima diciéndole cosas que no entiende". Se sorprende de la cantidad de diagnósticos de TDHA, niños hiperactivos, que se dan en la educación reglada, lo que nos ha llevado a medicar a centenares de niños: "¡Cómo no se van a poner nerviosos escuchando algo que no va con ellos y obligados a estarse quietos! Pues estallan. Y entonces les damos la pastilla para que se callen. Como el sistema no encuentra soluciones para esos niños buscan la salida más sencilla: el problema no somos nosotros; el problema es el niño".

Preguntamos por el orden, que los niños son traviesos y a veces violentos. "Salvo que la discusión llegue a un extremo, los acompañantes no intervienen. Los niños llegan a acuerdos por sí solos. Cuando alguien de fuera viene a visitarnos se sorprende de que no exista el bullicio de voces que puedes encontrar en cualquier aula , se sorprenden de que aquí, con todos los niños juntos, el silencio muchas veces es absoluto".

Y esperamos al final para hacer la pregunta clave. El encaje con la legalidad. Y la respuesta, la esperada: "De eso no voy a hablar".

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