EL SEXTANTE DEL COMANDANTE

Medio siglo de la llegada del 'Dédalo'

  • Un emblema. El que fuera buque insignia de la Armada arribó a Rota en 1967 en concepto de préstamo y se 'jubiló' en 1989 tras cubrir 291.900 millas repartidas en 1.615 singladuras

El 'Dédalo', visto por su amura de babor en plena navegación.

El 'Dédalo', visto por su amura de babor en plena navegación.

Al mando del capitán de navío Francisco Elizalde y con su primera dotación española, el 20 de diciembre de 1967 llegaba a Rota el portahelicópteros Dédalo, en principio en concepto de préstamo por cinco años, aunque la Armada lo adquirió definitivamente en 1973. A lo largo de sus años de servicio en la Armada, numerosos españoles, mayormente gaditanos, cumplieron entre sus cuadernas con la obligación de la vieja mili de la época.

El flamante portahelicópteros (no fue portaviones hasta la llegada de los Harrier) venía precedido de una extensa experiencia en combate, pues había participado en la Segunda Guerra Mundial con su nombre original de Cabot. En mis años tempranos de piloto, en el primer embarque a bordo, se me asignó un camarote a popa a cuya entrada una placa de bronce recordaba que en aquella zona del barco había impactado un kamikaze japonés con el resultado de 29 pilotos muertos.

Nacido como crucero, fue transformado en portaviones ligero en la propia grada de construcción. Su cubierta de vuelo, de madera de teca, medía 168 x 22 metros; los puntos de toma dejaban el tren de aterrizaje a apenas dos palmos del pretil del mar, haciendo de cada toma un esfuerzo titánico de concentración. En 1976 la cubierta fue reforzada con planchas de acero donde estaba previsto que operaran los Harrier, para evitar que los gases de las toberas orientables quemaran la madera.

Su sistema propulsor consistía en cuatro calderas de vapor, acopladas a sus correspondientes turbinas, con una potencia total de 100.000 C.V., que a través de cuatro ejes le proporcionaban una velocidad máxima de 31 nudos. El armamento estaba compuesto por 26 cañones Bofors. En 1968, cuando su silueta en la Bahía ya resultaba familiar a los gaditanos, comenzó un plan de adiestramiento aeronaval que, a pesar de sus limitaciones, condujeron a las dotaciones aeronavales de la época y a la propia Armada a situarse entre las mejores del mundo. En octubre de ese mismo año recibió la Bandera de Combate en Barcelona ofrecida por la Diputación Provincial, dada la profunda vinculación de la Ciudad Condal con la Armada desde la ubicación de la Escuela de Aeronáutica Naval en el Prat en 1921. Un mes después participaba en sus primeras maniobras internacionales en aguas francesas, en lo que fue el comienzo de una intensa actividad operativa.

Entre otras muchas maniobras de salvamento y socorro, el 20 de enero de 1983, sus helicópteros Sea King consiguieron rescatar a ocho tripulantes del carguero polaco KudowaZdroj, que se hundió a siete millas de Ibiza a causa de un corrimiento de la carga. La dotación de uno de ellos, liderada por el entonces teniente de navío Cristóbal Colón, actual duque de Veragua, fue recompensada en la embajada de Polonia por expreso deseo del general Jaruzelski, presidente de la entonces república polaca. La otra cara de la moneda llegó tres años después, cuando, en mayo de 1986, un helicóptero AB-212 colisionó con el mástil del buque durante un ejercicio nocturno, perdiéndose el aparato con los cuatro miembros de su dotación.

Con el paso de los años, sobre la figura del Dédalo fue conformándose lo que se dio en llamar el Grupo Aeronaval de la Armada, compuesto por el propio portaviones, la unidad aérea, conjunto de aviones y helicópteros embarcados para cada ejercicio concreto, y un número de unidades de superficie que en ningún caso debería ser inferior a tres. La obligación de que un número indeterminado de escoltas acompañasen al buque insignia en todas las navegaciones derivó en que el Cuartel General de la Flota se desplazase de Ferrol a Rota en la década de los 80.

Para los componentes de la Flotilla de Aeronaves, las dotaciones de los escoltas y del propio portaviones, el Grupo Aeronaval significó un impulso enorme de cara al adiestramiento profesional que situó a la Armada entre las más destacadas de su entorno. Los vuelos de exploración, tanto nocturnos como diurnos, hasta 150 millas de "madre" (el Dédalo), comenzaron a ser moneda corriente para la renacida Aviación Naval, además de las alertas de diez minutos durante las 24 horas del día o las aproximaciones nocturnas con iluminación mínima y sin ayuda radio ni radar. De esta forma se llegó al cross-deck con buques de otras marinas, es decir, unidades aéreas españolas que tomaban y despegaban en plataformas de buques extranjeros y viceversa, lo que permitió a los países de nuestro entorno comprobar nuestro grado de profesionalidad y eso, en definitiva, fue la antesala de nuestra integración en la OTAN.

Los Harrier, por su parte, pusieron de moda el llamado 'Cruzado Mágico', consistente en el despegue de cuatro aviones seguidos en menos de 30 segundos. Para ello se pintaron dos líneas en la cubierta, colocándose dos aviones por línea de manera que despegaban de forma cruzada y sincronizada en el tiempo indicado. Se trataba de una maniobra diseñada para poner cuatro aviones en el aire de la forma más rápida posible, con una espectacularidad tal que dejaba boquiabiertos a cuantos tenían la suerte de presenciarla.

En definitiva, este nivel de preparación de buques, aeronaves y las dotaciones de ambos, fue trasmitido primero al PríncipedeAsturias y más tarde al JuanCarlosI. Los que tuvieron a bien asistir a la demostración aeronaval en la playa de Rota, enmarcada en los actos de celebración del Centenario de la Aviación Naval en septiembre de este año, pudieron comprobar por sí mismos un nivel de profesionalidad que comenzó a gestarse en las cubiertas del viejo Dédalo.

El 12 de julio de 1989, el portaviones largaba estachas por última vez de su atraque habitual en la Base de Rota, y arrumbaba hacia Nueva Orleans, donde atracó catorce días después tras sendas escalas en Las Palmas y San Juan de Puerto Rico, dando por finalizada su larga y exitosa carrera en la Armada, habiendo cubierto bajo pabellón nacional 291.900 millas repartidas entre 1.615 singladuras, efectuado 18 ejercicios de tiro con fuego real y 23 maniobras con marinas de la OTAN, y sumado un total de 29.951 tomas y despegues. En Nueva Orleans, otra vez como Cabot, el buque fue reconvertido en museo flotante, aunque poco después, y debido a problemas económicos, su casco fue subastado y desguazado en Brownsville (Texas). Parte de la isla y cubierta de vuelo permanecen expuestos en el Naval Aviation Museum de Pensacola. Representan el último reducto de lo que un día fue orgullo de todos los gaditanos, que llegaron a considerarlo tan suyo como el mismísimo JuanSebastiánElcano.

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