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Provincia de Cádiz

Huelga de otra generación

  • Los sindicatos, tras realizar de madrugada el trabajo estratégico en industria y transporte, ceden el mando del piquete a bulliciosos jóvenes vinculados al 15-M

 Pasadas las diez de la mañana una multicolor columna de jóvenes parte de Palillero, emblema gaditano del 15-M, enfilando Columela con alguna bandera republicana y entonando pegadizos cánticos que arrancan con la divertida copla escolar 'qué buenos son los polis que nos llevan de excursión'. Se refieren a sus escoltas, una dotación policial de cerca de una veintena de agentes que intimida por el aguerrido uniforme. Estamos dentro del piquete informativo del centro, que tiene algo de piquete y algo de pasacalles. Muchos de ellos son veinteañeros que no habrían nacido cuando en diciembre del 88 los sindicatos convocaron la primera huelga general de la democracia. De entonces a ahora, los sindicatos han perdido crédito y ellos la esperanza de vivir como han vivido sus padres.  

Son los mismos que unos minutos antes han acudido al mercado de abastos. Cuentan que ha habido momentos de tensión en torno a la frutería Er Coní, que se ha negado a cerrar. Insultos y amenazas, insisten fuentes de Radio Macuto. Son los propietarios de la frutería los que lo aclaran. El insulto recibido fue 'cateto' y la amenaza era colocarles en las redes sociales como el comercio del mercado que se negó a cerrar. "Hombre, les hemos explicado que somos autónomos. Yo tengo un niño chico al que tengo que darle de comer todos los días y mañana ellos no van a estar aquí para hacerlo". 

El primer reto del joven piquete es Zara, donde una empleada baja la baraja rápidamente al tiempo que un cordón policial se coloca como dique. "Si es por ti", le dice un joven a la empleada, que le sonríe y vuelve al interior con el resto de compañeras. A continuación, en la calle Sagasta, mientras siguen los cánticos, el propietario de un pequeño quiosco desafía al piquete, que lo más que le dice, ante su negativa, es "te vas a hacer rico", mientras otro, desde atrás, argumenta que "es un trabajador, dejadle tranquilo. Vamos a los grandes comercios". Según se van, un chico con pelo rasta le susurra al quiosquero con sorna "ánimo, empresario".

Hay muchas diferencias en Cádiz entre esta huelga y la de 2010. Para empezar, hay más comercios cerrados. Por otro lado, la basura está en la calle, pero no esparcida. Descansa en las bolsas de las esquinas. El trabajo estratégico ya lo han hecho los sindicalistas profesionales de madrugada. Una huelga se gana a esa hora en el metal, en la industria, en la logística, en las cocheras de los autobuses... Y ahí, me cuenta un sindicalista, todo fue bien. Tampoco se ha presionado a los servicios mínimos ni apenas ha habido vandalismo. Ahora, le han dejado el trabajo a los jóvenes, que derrochan buenos modos por mucho que mezclen nuevas consignas con otras heredadas de los tiempos del plomo, "la próxima visita será con dinamita", que no son creíbles. Se intuye que se ha diseñado una huelga de baja intensidad. Y, además, en ese sentido,  está siendo un éxito.

Un buen barómetro de ello es el cerrajero que nos encontramos arreglando la cerradura de la CAM de la calle San Francisco, que han sellado con silicona. Nos reconoce, extrañado, que ésta es la primera llamada que recibe, cuando, habitualmente, él en las huelgas se multiplica. A la CAM le va a costar cara la broma porque "tiene una cerradura alemana, este repuesto no es fácil de encontrar". Si los comercios que han sufrido la visita del pegamento (que los hay) tienen cerradura española, nos informa el cerrajero, el coste de su arreglo será de 150 euros "porque se cobra un plus por urgencia".

Fuera del radio de acción del piquete se puede hacer un seguimiento de cómo han reaccionado los comercios sin presión. En el entorno de La Laguna contamos, de veinte comercios, seis abiertos. Esta estadística va aumentando en La Laguna y en el resto de la ciudad según pasa el día. A partir de las cinco, cuando la 'batalla' de las cifras ha concluido, en el centro abren las grandes cadenas textiles, pero se mantienen cerrados la mayor parte de los comercios tradicionales.  Vemos niños en los parques en horario escolar. Día de asueto para los abuelos, un padre aprovecha el día para enseñar a su hijo a montar en bicicleta. Los lugares del Doce han sido ignorados. Ni el Oratorio ni Pinillos, que están abiertos, han sido visitados por el piquete.

Los sindicatos retoman la dirección en la manifestación y vuelven a entregarla en la marcha al lugar simbólico de las huelgas en Cádiz, El  Corte Inglés, recuperando su tono estudiantil con  proclamas sobre la educación y el escaso futuro. Juguetean con la policía que les lleva de excursión cambiando el itinerario hasta que un poli llama al líder y le dice en buen tono: "Si decís que vais por aquí, vais por aquí, que sino se monta un follón de tráfico". El chico lo entiende, lo transmite y toman el camino  pactado.

En la puerta de El Corte Inglés les esperan quince antidisturbios. El centro comercial, abierto toda la mañana, elude problemas y cierra. Cara a cara, la cabeza de la manifestación bota y en la retaguardia los sindicalistas se hacen fotos de recuerdo. Todo fluye hasta que llega un grupo de jóvenes con banderas de Nación Andaluza y alguna que otra del Cádiz. Sus gritos atraen la atención de los antidisturbios, tanto que reciben órdenes de ponerse los cascos que hasta ese momento colgaban de la cintura. La momentánea tensión hace que los cánticos estudiantiles se acallen y que muchos circunstanciales manifestantes opten por irse. Pero la cosa queda ahí. El levante y unas gotillas caídas del cielo hacen el resto. Tanto es así que a las dos y diez de la tarde la concentración se dispersa. 

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