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Puente de la constitución Arranca la temporada turística en el interior de la provincia

Fin de semana de bullicio en la Sierra

  • La crisis económica concede una tregua y hoteles, restaurantes y comercios reciben a centenares de visitantes que abarrotan una zona que se consolida como destino preferente

La Sierra gaditana vivió ayer la apertura oficial de su temporada alta turística con un lleno en las plazas hoteleras y en los negocios locales. El puente de la Constitución y la Inmaculada es un año más el reclamo perfecto para que los establecimientos cuelguen estos días el cartel de completo. Una temporada que se prolongará hasta la próxima primavera.

Y para muestra, un botón. A las once de la mañana, el cruce de caminos donde se ubica la famosa venta Julián, en el municipio de El Bosque, era ayer un enjambre de visitantes, que se decidieron por visitar la zona para disfrutar de unos días de asueto.

Por tanto, las previsiones del sector se han cumplido. La comarca registra este puente una ocupación hotelera que roza el cien por cien en destinos como Grazalema, El Bosque, Villaluenga del Rosario, Benaocaz y Arcos. Le siguen también a la zaga otros puntos muy demandados como Zahara de la Sierra, Prado del Rey, Ubrique, Olvera o Setenil, entre otros. También los propietarios de las casas rurales se han llevado un buen pellizco con los alquileres.

Y en este tirón ha tenido que ver la reciente nieve caída, que ha vuelto a ser la gran aliada a la hora de decantarse por los pueblos. No en vano, hasta el corazón de la Sierra de Grazalema han llegado a lo largo de esta semana un goteo de forasteros en busca del paisaje blanco que, aunque pronto desapareció, ha servido de antesala para engrasar el sector turístico y dejar beneficios.

Y eso que la espada de la crisis económica se cierne sobre una actividad que ha visto menguar sus ganancias en el contexto provincial. Sin embargo, la zona serrana parece imbatible a estos vaivenes. El hotelero Rodrigo Valle, propietario del Puerta de la Villa, con cuatro estrellas, y del restaurante Cádiz Chico, sentencia que Grazalema es ya más que un destino, una "marca propia", que se vende como un producto preferente en Andalucía. En su hotel no cabe ni un alfiler. Y para las próximas Navidades lo tiene todo vendido a un segmento de alto poder adquisitivo como es el alemán.

Coches con ocupantes forrados hasta las cejas y con cámara en ristre son las estampas más visibles en las carreteras que serpentean los pueblos. Unas visitas que dejan cada año importantes beneficios a los locales, que ven en el turismo su máxima fuente de ingresos.

Bien lo saben en Villaluenga del Rosario, que se encontraba a tope de forasteros. Por no decir los alrededores del establecimiento de los Quesos Payoyos, ubicado en este núcleo con apenas 500 vecinos, que parecía una auténtica feria. Tanto, que los propietarios del despacho, con apenas 40 metros cuadrados, tienen, incluso, una máquina para dar números antes las avalanchas. En la primera jornada aseguraban que para hacerse con uno de sus preciados productos había que esperar unas dos horas.

También se llevan la palma por su enclave paisajístico a la hora de las preferencias otros pueblos que rodean el macizo. En la Venta Julián, en El Bosque, una de las puertas naturales del Parque, no dan en este puente abasto. Pese a ello, sus propietarios lo tenían ayer todo dispuesto para ofrecer en cuatro horas unos 600 desayunos. Era el mismo trajín que el que ocupaba a las empleadas del Centro de Visitantes, donde el teléfono echaba humo. Cristo Pérez se afanaba en explicar, una y otra vez, a los turistas los itinerarios del Parque y las múltiples posibilidades de practicar senderismo.

En la confitería artesanal Vázquez y en la carnicería García, en el municipio grazalemeño, redoblan, igualmente, sus existencias durante este puente ya que saben que sus productos se los quitan de las manos. "El cliente sabe a dónde viene y lo que compra: calidad", dicen en este último establecimiento, donde los chicharrones y los embutidos son los reyes de la cesta.

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