El Tiempo Un inesperado cambio: del calor a temperaturas bajas y lluvias en pocos días

enfoque de domingo · Impacto medioambiental

Estrechos en el Estrecho

  • Especies invasoras, basura, dragados y ruido contaminan las aguas

  • Científicos alertan de la pérdida de transparencia y biodiversidad

La otra tragedia del Estrecho

El intercambio de nutrientes que genera el encuentro del océano Atlántico con el mar Mediterráneo atrae a miles de peces hambrientos que migran en pandillas por las corrientes marinas. La fauna más voraz caza en la columna profunda entre Tarifa y Tánger antes de continuar navegando y los peces pequeños se desvían al refugio y alimento en las rocas y praderas del litoral. Aquí, omnívoros gregarios -camarones y boquerones- engullen vitaminas y proteínas del sustrato antes de atravesar las gargantas de doradas y calamares, en la dieta del cazón y el atún. Pero también ingieren drogas, medicamentos, elementos químicos tensoactivos procedentes de los detergentes, orina y excrementos que emanan de los emisarios de las estaciones depuradoras que depuran poco la basura humana. O no la depuran.

La otra tragedia del Estrecho(II)

En la Isla de Tarifa, variedades de pulpo observan el entorno con el cuerpo contaminado. Tortugas bobas tragan plástico transparente con forma de medusa, otros confunden con plancton el material translúcido y la omnipresente purpurina y delfines se amordazan el pico con los aros que sujetan ocho latas de refresco que también llegarán al fondo. Las investigaciones de la ciencia sobre los 'mares de plástico' son emergentes, por lo que aún se desconocen los efectos que la degradación del bisfenol A y otros derivados del petróleo tienen en el metabolismo de los vertebrados. La industria costera vierte otros elementos químicos de peso, cinc y mercurio, y la navegación militar y civil, con un tráfico anual de 100 mil buques -la mayoría, cargueros de crudo-, deja restos de gasoil y ruido de los ecolocalizadores a diferentes profundidades que distorsionan los complejos mensajes entre cetáceos. Las complicaciones derivadas de la creciente influencia humana se están amplificando con el alga japonesa Rugulopterix okamurae, que avanza marrón sobre la policromía vegetal con la grandeza del Ejército de Xian.

Científicos involucrados en estudios oceánicos y los responsables del Parque Natural del Estrecho, con 10 mil hectáreas acuáticas de las 19 mil hectáreas protegidas, resaltan la alta capacidad depurativa del choque de mares pero advierten que la creciente influencia humana y las especies invasoras "están ocasionando problemas importantes" en los ecosistemas marinos más biodiversos del Mediterráneo, reconoce la directora del Parque, María Eugenia San Emeterio. El aumento de la temperatura, la pérdida de transparencia y de vida presionan el ambiente costero; y el ruido, la pesca ilegal y el plástico comprometen la existencia de los mamíferos en aguas profundas.

Los investigadores piden más esfuerzos en educación y protección para el corredor de agua que se cierra un centímetro cada año y celebran el diseño de un plan de emergencia para proteger la desembocadura del río Palmones de un vertido de crudo con un Levante enfurecido. Profundizamos.

De 0 a 10 metros: agua (sucia) va

Cuando sube la marea el burgaillo y la lapa se movilizan para pacer y desovar sobre la vegetación marina. A la intemperie retienen bunquerizada la humedad para resistir durante el periodo intermareal. En gotas como las absorbidas por los caracoles marinos encontraron fórmulas químicas distintas a la molécula del agua, denuncia el coordinador de Verdemar Ecologistas en Acción, Alfredo Valencia: "En las doce mil muestras de agua residual analizadas entre 2013 y 2015 se concentraban bacterias de excrementos humanos, orina, aceites, fármacos y restos de detergentes". Los activistas han denunciado el hallazgo en más de una ocasión sin que se hayan producido mejoras en la limpieza del agua de municipios costeros como Gibraltar, que carece de tecnología para potabilizar los 3 hm3 de basura líquida que arroja cada año al mar de Algeciras, donde se refugian delfines recién nacidos.

Otros municipios con depuradoras arrojan al mar marrones más o menos diluidos, aseguran los ecologistas: "Torreguadiario bombea en Sotogrande, que a pesar de los vertidos directos esporádicos al río Guadiaro, funciona bien. La obsoleta depuradora de San Roque vierte al año 3 hm3 en el arroyo de la Madre Vieja y el Guadarranque. Las aguas residuales de Campamento van a La Línea, que vierte al mar a través del emisario de la playa de Levante. El bombeo a veces falla y vierte en las playas de Levante y Poniente. Gibraltar no depura, suelta 3 hm3 en la punta del peñón y filtra aguas fecales hacia la Bahía. A veces cierran la playa por la bacteria coliforme, un indicativo de contaminación fecal. La de Los Barrios no funciona bien y vacía en el arroyo de Las Cañas 2 hm3 cada año. La depuración en Guadacorte es deficiente y los polígonos industriales que rodean al Palmones tienen vertidos directos al parque natural. Algeciras, con depuradora nueva, limpia el 60%, 3 hm3. El otro 40% llega a la dársena del Saladillo, la playa de Getares, La Menacha y El Rinconcillo. Tarifa tiene carencias en el bombeo; cuando llueve torrencialmente llegan los residuos a Los Lances".

Individuos como el sargo navegan en aguas batidas, aunque pueden acercarse a la costa a descubrir gusanos y pequeños crustáceos sepultados, técnica de caza fiable en un ambiente cristalino. Los vertidos en la línea de mareas y las extracciones arenosas a mayores profundidades enturbian las aguas, impiden la fotosíntesis y desplazan especies; la flora y la fauna atrapadas se extinguen, explica el catedrático José Carlos García-Gómez, director del Laboratorio de Biología Marina de la Universidad de Sevilla y del Área de Investigación del Acuario de Sevilla: "Las que están fijadas al sustrato (corales y esponjas) tienden a desaparecer si las condiciones ambientales de la columna de agua se deterioran debido a vertidos, al overflow (rebose de la draga) y al calentamiento global. Las alteraciones son físicas, químicas y biológicas. El progresivo aumento de la temperatura posibilita la penetración de especies exóticas que pueden desplazar autóctonas y desestructurar el ecosistema".

La contaminación ejercida por los cientos de kilos de plomo retirados del fondo por los clubes de buceo de Tarifa puede seguir caminos insospechados. En los laberintos sumergidos viven pulpos que han podido intoxicarse después de morder la plomada perdida en la pesca deportiva: "Se los llevan para proteger las cuevas. Los tocan y los muerden y les salen manchas grises cruzadas que parecen deberse a ello", destacan José Carlos García-Gómez y Salvador Magariño, fundador del club Bucear en Tarifa. "Recogemos los restos que encontramos para reciclarlos en cinturones de buceo. También latas, cartón, plásticos, colillas y botellas". Mientras grabamos en la Isla de Tarifa pescadores se giran hacia tierra para evitar la cámara. (Accede a la edición digital para ver el vídeo).

De 10 a 40 metros: invasión

El crujido de la placa tectónica de la que emerge Japón provocó la dispersión de unas 300 especies del Mar de China, según los cálculos científicos tras el tsunami de 2011. Pedazos de diques de hormigón revestidos con vida marina encallaron a más de 7.500 kilómetros y especies como la okamurae se dejaron llevar por la cinta transportadora que conecta los océanos para recalar en el Estrecho: "Es una posibilidad que no descarto. Pudo llegar con el cultivo de la ostra japonesa en la Costa Azul pero no se ha demostrado. Tampoco que se fijara al casco de un buque porque su tallo tiene escaso poder de sujeción. Hay otros vectores de transporte: plásticos, trozos de pantalanes o maderas", apunta el biólogo.

Otras macroalgas como la australiana Asparagopsis armata se han establecido en los siglos XX y XXI. En el Mediterráneo ya se han identificado unas mil especies exóticas. Pero el caso de la okamurae es "desbordante", resume García-Gómez. Está alfombrando de color pardo las superficies ocupadas por plantas rojas, naranjas, amarillas, azules y moradas, donde se camuflan peces de idénticos colores. Se detectó en 2015 y el pasado verano Ceuta retiró de las playas 5.000 toneladas de rastrojo japonés. En tierra, la están sometiendo a pruebas para abono agrícola. Bajo el mar, su futuro es proverbial: "Ha venido para quedarse. Si no hay un contraataque de las locales, vamos a un reajuste del ecosistema de repercusiones imprevisibles. Se coloca encima y las presiona hasta impedir su crecimiento. En enclaves poco iluminados afecta a los corales y en zonas calmadas su acumulación y descomposición afecta a la lapa Patella ferruginea, en peligro de extinción".

En las paredes marinas de Tarifa hay áreas donde las poblaciones de coral naranja han sido arrasadas. La Junta de Andalucía ha señalado al aumento de la práctica del buceo inexperto como una de las causas de muerte de esta criatura colonial en grave recesión, pero también a los golpazos que recibe de las embarcaciones recreativas. Incluso, hay trasmallos usados para la pesca ilegal enganchados en rocas umbrías donde respira el coral. En el suelo descansan esqueletos blanquecinos y anaranjados, según el número de individuos muertos. Sobre los que empiezan a morir está trabajando la bióloga Marina Palacios con resultados sorprendentes: el 70% sobrevive en menos de tres días gracias a un polímero químico que cementa también en condiciones acuáticas. "Todas las intervenciones han sido sobre roca limpia y después de estudiar la zona. No desplazamos a ninguna especie. Allí donde vemos calvas hay colonias caídas. Nos hemos ceñido a las que presentan el 90% de los pólipos vivos para asegurar la viabilidad del proyecto. Las hemos pegado al sustrato con el anclaje químico, pegamento. La técnica ha funcionado en todas, incluso en las pruebas realizadas con esponjas y tunicados, otras especies que mueren por pérdida de sustrato", detalla.

Ahora, Palacios trabaja en generalizar la técnica en los hábitats deteriorados por la presión antrópica en la Isla de Tarifa, con fondos rocosos tan estructurados como biodiversos, tarea que reforzará en las jornadas educativas previstas para primavera transmitiendo mensajes como estos: "Hace diez años podías ver en este litoral todas las especies de invertebrados que habitan en el Mediterráneo. Los arrecifes son los mayores sumideros de CO2, la base del ecosistema marino, así que si los alteramos provocaremos efectos en cadena sinérgicos".

De 40 a 1.500 metros: crudo

Cerca de 300 megabarcos cruzan diariamente el Estrecho con millones de toneladas de petróleo como el que supuró del casco del Prestige a pocas millas de la costa gallega. El tráfico en la bahía de Algeciras es mayor que en Finisterre, por eso, y aunque se exige doble casco para transportar mercancías peligrosas para el medio ambiente, científicos como García-Gómez siguen señalándolo como una amenaza que presiona la biota del Estrecho: "Es un cuello de botella con alto riesgo de catástrofe ecológica que necesita vigilancia estrecha y conocimiento de la distribución de especies y hábitats vulnerables para saber cómo actuar ante una gran mancha de petróleo".

Un plan de emergencia ecológica ya existe y se ha ejecutado, ha explicado el director de la Agencia de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía, Antonio Santiago. Durante el invierno de 2015 un derrame de 30 m3 de hidrocarburo provocado por las maniobras de trasvase de Cepsa en la bahía de Algeciras estuvo activo durante treinta minutos. La compañía petrolífera avisó a Capitanía Marítima y al 112, llamada que activó el Plan de Emergencia ante el Riesgo de Contaminación del Litoral de Andalucía (Pecla) y el despliegue de las medidas de contención en las marismas de los ríos Palmones y Guadarranque -área de descanso de aves-, por lo que se vieron afectados Algeciras, San Roque y Los Barrios. Como se preveía, las barreras alrededor de la fuga resultaron permeables y hubo que limpiar la playa del Rinconcillo y las marismas protegidas.

El episodio no fue noticia porque no sucedió; para el simulacro, el petróleo se sustituyó por algas y mandarinas en una jornada de Levante desatado.

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