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Sanlúcar

Adiós a Juan Luis Hidalgo Álvarez

Adiós a Juan Luis Hidalgo Álvarez

Adiós a Juan Luis Hidalgo Álvarez

Juan Luis Hidalgo Álvarez, presidente de Bodegas Hidalgo La Gitana, nació el 4 marzo 1931 en Sanlúcar, hijo de Luis Hidalgo Ambrosy y de Isabel Álvarez Argüeso, y se crió entre Sanlúcar y el Cortijo de Cabeza Alcaide, donde aprendió a amar la viña y la naturaleza. Gran aficionado a la caza menor, gustaba de montar a caballo a pelo, a diferencia de sus primos, que preferían monturas ricamente enjaezadas. Su austeridad y amor por lo simple fue algo que le distinguió toda su vida. Eran virtudes que su madre, que, aunque tenía familia en Sanlúcar, procedía de Arija (Burgos), le inculcó de pequeño, junto a sus hermanas Pilar y Belina, a las que tanto quiso.

Estudió en El Pilar de Jerez y luego en el Cortijo de Cuarto, en Sevilla, donde pasó algunos de los años más felices de su vida.

Juan Luis, con ascendencia bodeguera por los cuatro costados, era miembro de la sexta generación de la familia Hidalgo, que llegó a Sanlúcar en la época de la Ilustración procedente de Sevilla y originaria del Valle de Castañeda, en Cantabria. De vuelta de sus estudios en Sevilla, montó en Sanlúcar un negocio de productos para el campo que le permitió ahorrar lo suficiente para recuperar la independencia de la empresa familiar mediante la recompra de un importante paquete de acciones de Vinícola Hidalgo a González Byass.

Fue entonces cuando se hizo con las riendas del negocio y, liderando el equipo formado por sus primos Manolo y Javier Hidalgo, puso en marcha una astuta estrategia comercial para posicionar la manzanilla como un vino ligero y suave, fácil de beber pero sin dejar de lado la calidad avalada por los múltiples concursos nacionales e internacionales que año tras año reconocen a La Gitana como una de las mejores manzanillas. Dicha estrategia consiguió aumentar las ventas tanto en España como en la exportación y fue seguida por las marcas competidoras de Sanlúcar, todas gestionadas por algunos de sus mejores amigos y parientes, lo que a la postre consiguió desplazar al fino de Jerez del liderazgo entre los vinos de aperitivo.

Fue un hombre ilustrado y liberal en la mejor tradición de su familia, que había sido perseguida por la Inquisición. Un retrato del liberal Espartero aún preside la escalera principal de la casa familiar en Sanlúcar. Leía empedernidamente y en la última época de su vida encuadernó los libros que adoraba, empezó a practicar el golf a los 69 años y, pasados los 80, adoptó el iPad que le regalaron sus hijos como el mejor regalo que nadie le hizo desde que su padre le regaló una vespa en 1956.

Tenía un fino sentido del humor y para muchos fue el último gran señor del Marco de Jerez, pero en Sanlúcar fue un hombre llano que quiso siempre alejarse de focos y pompas, nunca quiso hablar ni aparecer en público y siempre huyó de los aduladores. Fue querido por muchos y recordado por todos los que le conocieron en su ciudad.

Quiso a su esposa Chone García Odero, con quien estuvo casado 53 años, y a sus siete hijos, entre los que siempre gustaba de incluir a La Gitana. No fue hombre de iglesias, pero amó al prójimo y abrazó la Cruz en los últimos instantes de su vida, muriendo cristianamente en la tierra que le vio nacer el 25 de abril de 2018. DEP.

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