Ansia viva

Óscar Lezameta

olezameta@huelvainformacion.es

Esto me va a dar dolor de cabeza

Disfrazar una muestra de analfabetismo como una lucha por la igualdad hace mucho daño a las mujeres

Me resisto a vivir en un país donde una mujer no puede andar tranquila a ciertas horas de la noche. Créanme que lo sufro cada noche, exactamente desde el momento en que mi mujer sale del trabajo hasta que llega a casa. También creo que a las mujeres se les han negado demasiadas cosas, que han soportado lo indecible hasta que han dicho basta y no sólo ellas, ya que cuentan con mi apoyo absoluto, tanto como para no salir de mi asombro ante la última gallegada de Rajoy -¡hay tanto que agradecerle a Alsina!- sobre la equiparación salarial que hace que no me entre en mis extensas molleras cómo alguien es capaz de volver a votar y no botar a semajante botarate. Es sencillamente inaguantable que una ley tan básica como que todo el mundo cobre lo mismo por el mismo trabajo, no le entre en la cabeza a quien debe proponerla. Nos queda mucho, muchísimo trabajo para superar trabas que nos hemos empeñado en hacer inmutables, cuestiones que se dan por supuestas y que tenemos que superar hasta que la hoy imprescindible discriminación positiva deje de tener sentido. Hasta aquí creo que voy bien.

Lo que provocará que asalte mis existencias de ibuprofeno es cuando ponga de manifiesto el considerable cabreo que me agarré cuando escuché a Margarita Robles decir que la candidatura de De Guindos al BCE era una prueba de que el Ejecutivo fomenta la desigualdad. ¡Tócate las narices! De verdad que al susodicho se le puede achacar de todo, entre otras que estuviera en una de las empresas financieras que nos metió en el pifostio que todavía padecemos, o que nos coló el tocomocho del rescate bancario, pero que sea por ser un hombre, me parece el colmo del absurdo.

Como también lo es disfrazar una muestra de analfabetismo como defensa de la igualdad. Lo de portavoza es una estupidez, la diga quien la diga, como antes lo fue miembra y esa epidemia del lenguaje políticamente tonto (o tonta) con la que los políticos, especialmente los locales, intentan hacerse los guays. El principal escollo que tienen las mujeres no es el diccionario.

Las mujeres deben hacerse valer por ellas mismas. Cierto es que hay que cambiar décadas de sumisión apoyadas en un sistema contra el que tenían que encararse para romper un techo tan de hormigón como la jeta de algunos. Pero también tienen que entender que los hombres no somos el enemigo; lo son ciertas actitudes, impulsadas por hombres y por mujeres y contra ellas me tendrán a su lado y creo que a la mayoría.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios