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Tribuna

Amparo rubiales

Doctora en Derecho

Es el patriarcado, estúpidos

Las mujeres no tienen que demostrar su inocencia ni deben callar. Denunciar es muy difícil, hay que hacerlo en grupo, para que sea más fácil y eficaz

Es el patriarcado, estúpidos Es el patriarcado, estúpidos

Es el patriarcado, estúpidos / rosell

Las denuncias por acoso sexual se están convirtiendo en un tsunami que está sacudiendo los cimientos de la sociedad patriarcal en la que llevamos siglos instalados. El acoso en el que viven, y han vivido, desde que el mundo es mundo las mujeres empieza a estar globalmente cuestionado. La distribución desigual del poder entre hombres y mujeres está siendo atacada desde las entrañas.

El feminismo tuvo siempre el objetivo de acabar con el patriarcado, con la dominación masculina. Ha conseguido muchas cosas, el derecho al voto, lo primero y más importante, al ser condición necesaria para ser consideradas ciudadanas, aunque no fue suficiente. La Marcha de las mujeres, al día siguiente de la toma de posesión de Donald Trump, fue un hito global que dio visibilidad a los problemas de las mujeres que, con el Gobierno de Trump, acusado también de acoso, se iban a agravar. Ahora, van a dar continuidad al movimiento celebrando una Convención que prepare las elecciones legislativas de 2018.

Sin embargo, lo que más consecuencias está teniendo son las denuncias por acoso contra el productor de Hollywood, Harvey Weinstein, que, como todo lo que tiene que ver con el acoso masculino, laboral y/o sexual, era de dominio público, pero nunca se denunció. Su repercusión mediática ha sido un mazazo importante a la dominación masculina. Las mujeres no tienen que demostrar su inocencia ni deben callar. Denunciar es muy difícil; hay que hacerlo en grupo, para que sea más fácil y eficaz.

Las mujeres han "sacado del armario" el acoso sexual y laboral padecido. Se sabía, pero no se atrevían a aflorarlo. La mujer que no haya sufrido algún tipo de acoso masculino "que tire la primera piedra"; desde el micro, el piropo, al más grave, la violación y, como remate, el asesinato machista. La causa es la misma: la subordinación femenina. Para nada quiere esto decir que todos los hombres sean malos. Es el patriarcado, estúpidos.

Siempre recuerdo el impacto que me produjo la lectura del libro autobiográfico de Françoise Gilot, Vida con Picasso. Me impresionó tanto el nivel de maltrato que esta mujer padeció en su vida con el pintor que cada vez que veo un cuadro suyo me vienen esos recuerdos y me estremezco. Se la conoce como "la mujer que dejó a Picasso", porque fue la única. Olympia Villagrán escribió un artículo titulado Las 7 mujeres de Pablo Picasso a las que arruinó la vida, y dice: "Ellas no fueron las únicas, ni serán las últimas, a quienes un hombre les destrozó la vida. El incomparable artista que trascendió en el mundo del arte como el máximo exponente cubista, también significo un antes y un después en la vida de siete mujeres que en algún momento desearon nunca haberlo conocido". Es el gran símbolo del sufrimiento de las mujeres. Ha habido, hay, muchos más, muy importantes y admirados. No voy a dar nombres.

Lo que está ocurriendo es global. En Francia, centenares de mujeres han salido a las calles "para visibilizar un problema hasta ahora solo presente en toda su magnitud en las redes sociales". Hay acciones iniciadas por la Fiscalía de París contra un islamólogo al que dos mujeres han acusado de violación, con mucho dolor y dificultades.

En el Reino Unido, los episodios de acoso sexual están a la orden del día; 37 políticos conservadores, incluidos varios ministros, están acusados de comportamientos inapropiados con las personas que trabajan a su cargo y ha dimitido el Ministro de Defensa. En el Parlamento europeo ha habido un debate sobre el acoso a las mujeres que allí trabajan, de denuncia y solidaridad con las víctimas.

En España, la actriz Leticia Dolera en un artículo titulado El escandalo machista vestido de normalidad, relata sus terribles experiencias para abrirse camino en el mundo de la interpretación. "Nos ha pasado a todas, porque es un sistema normalizado". El caso Nevenka, en Ponferrada, fue famoso. A ella le costó irse a vivir fuera de España; él sigue tan campante en su ciudad.

Ahora, en Sevilla se juzga, por una sola denuncia no prescrita, el caso del psiquiatra Javier Criado, denunciado por abusos sexuales en el ejercicio de su actividad profesional, por 32 mujeres, al que se le han declarado prescritos los delitos por el tiempo transcurrido. Las mujeres que persisten en la denuncia, y las periodistas que lo recuerdan (Isabel Morillo), nos relatan la pancarta que llevan: "El dolor de las víctimas no prescribe, la culpa del abusador tampoco".

Emma Thompson ha dicho: "Esto ha sido parte de nuestro mundo, del mundo de las mujeres, desde tiempos inmemoriales. Lo que necesitamos es empezar a hablar sobre la crisis de la masculinidad, que representa este tipo de comportamientos".

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