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Tribuna

juan cano bueso

Presidente del Consejo Consultivo de Andalucía

Rafael Escuredo: un líder para el pueblo

Escuredo, en una frenética campaña de explicación y movilización por la autonomía, recorrió Andalucía y dialogó hasta la extenuación con las instituciones del Estado

Rafael Escudero Rafael Escudero

Rafael Escudero / rosell

Encontrar un líder en España no es tarea fácil. Quizá lo fuese Manuel Azaña, pero su bien amueblada cabeza no contó con la determinación política necesaria ni con un contexto histórico favorable. Lo fue, sin duda, Felipe González, el gran artífice de la modernización de la España democrática y social, a quien la historia, seguramente, aún no ha hecho del todo justicia. Sin embargo, es ya común opinión reconocer que el devenir reciente de Andalucía no se puede comprender sin la personalidad intensa y brillante de Rafael Escuredo.

Nacido en plena posguerra de una familia de orden, este estepeño de origen y andaluz universal de vocación encabezó la rebelión democrática para la consecución del autogobierno andaluz en el marco de la Constitución. Para ello recorrió cada rincón de Andalucía sin más armas que la palabra, protagonizó la huelga de hambre y la eclosión del 28 de febrero, resistió los embates de la inercia centralista y personificó la dignidad de los andaluces.

Es Rafael Escuredo un socialdemócrata ilustrado que estudió Derecho en la Universidad de Sevilla. Consciente de la lucha antifranquista que impregnaba a ciertas élites universitarias, en la Facultad de Derecho hispalense compaginó los estudios jurídicos con una decidida y firme vocación política. Allí fue delegado de curso, delegado de facultad, delegado de distrito y profesor ayudante de Derecho del Trabajo, para terminar afiliándose tempranamente al PSOE y a la UGT en el año 1965. Su inquietud profesional y su vocación social lo conducen a integrarse como abogado en el primer despacho laboralista de Sevilla, el mismo que meses antes habían fundado Felipe González y Ana María Ruiz-Tagle.

Por estos mismos años, Rafael Escuredo viaja por Europa como delegado del PSOE, a la vez que se integra en la redacción de El Socialista. También representa a su partido en la Plataforma de Coordinación Democrática, un ente unitario aglutinante de la oposición política, que postula la ruptura con el régimen de Franco y la apertura de un proceso constituyente que dote a los españoles de una Constitución propia de un Estado social y democrático de Derecho.

Tras las elecciones del 15 de junio de 1977 es elegido diputado constituyente por la circunscripción de Sevilla, a la vez que nombrado miembro de la Mesa del Congreso y vicepresidente de la Comisión de Asuntos Exteriores. Tras la aprobación de la Constitución, el 1 de marzo de 1979, Rafael Escuredo vuelve a ser elegido diputado por la provincia de Sevilla y un mes más tarde es designado candidato a la presidencia de la Junta de Andalucía. Pocos días después, concretamente el 2 de junio en la Diputación de Sevilla, tiene lugar el acto de constitución de la Junta, siendo elegido presidente.

Impulsada por la voluntad política del nuevo presidente, la Junta de Andalucía surgida de las elecciones generales de 1979 iba a adoptar en Granada la importante decisión de caminar hacia el autogobierno por la vía del artículo 151 de la Constitución. El presidente Rafael Escuredo, en una frenética campaña de explicación y movilización, recorrió el territorio andaluz y dialogó hasta la extenuación con las instituciones centrales del Estado. Su determinación a favor de la autonomía plena para Andalucía propició el pacto con el presidente Suárez que llevó a la convocatoria del referéndum del 28 de febrero de 1980. El escrutinio mostró a las claras una respuesta política impresionante: cerca de dos millones y medio de andaluces votaron a favor de la ratificación de la iniciativa autonómica.

La aprobación del Estatuto propició la celebración de las primeras elecciones autonómicas el 23 de mayo de 1982. En ellas, el PSOE obtuvo una amplia mayoría absoluta y Escuredo fue elegido presidente de la Junta. Con su elección se culminó un proceso institucional que devolvió la dignidad al pueblo andaluz, ese pueblo que no quiso nunca ser más que nadie pero tampoco menos que ninguno. Rafael Escuredo, como Martin Luther King, también tuvo un sueño. Y ese sueño se había visto ya cumplido en el momento de su adiós el 16 de febrero de 1984.

La dimisión del presidente Rafael Escuredo, tan temprana, produjo un hueco imposible de llenar. Y, desde ese día, todos quienes le seguimos nos sentimos un poco más huérfanos. Con su marcha, la política perdió a uno de los andaluces imprescindibles. Y hoy Escuredo ha entrado con pleno derecho en los libros de historia. La memoria colectiva le sigue recordando como la referencia máxima de la esperanza para el pueblo andaluz.

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