La tentación de gobernar desde el Parlamento

La separación de poderes es esencial. El Parlamento está para legislar y controlar al Ejecutivo, no para gobernar un país

Como es de sobra conocido, uno de los principios en los que se asienta la democracia es la separación de los tres poderes: Ejecutivo, Legislativo y Judicial. Normalmente, por ser el Ejecutivo el que suele controlar las herramientas más poderosas de información e intervención, se suele hacer hincapié en la necesidad de que se garantice la independencia de las Cortes y de la Justicia. Sin embargo, en democracia también es importante que tanto el Poder Legislativo como el Judicial no invadan las competencias del Ejecutivo. El Parlamento está para legislar, para hacer leyes y controlar al Ejecutivo, no para gobernar.

La reunión que mantuvieron ayer el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, y el de Podemos, Pablo Iglesias, puede ser un inquietante primer paso para intentar gobernar el país desde el Parlamento. Ambos líderes aseguraron que han acordado una "agenda común" para desmantelar "las políticas del PP". No deja de ser preocupante que Sánchez siga dando pasos en su giro populista y que vea en una fuerza antisistema como Podemos un aliado fiel en su estrategia política para los próximos tiempos. Si el nuevo PSOE considera que hay que desalojar al PP de la Moncloa debe hacerlo por los trámites establecidos, es decir, logrando los apoyos parlamentarios necesarios para presentar una moción de censura o esperar a que Rajoy convoque elecciones generales y, posteriormente, ganarlas. Pero lo que no puede pretender el Partido Socialista es formar junto a Podemos y otras formaciones contrarias al PP un contragobierno que haga inviable cualquier acción o proyecto del Ejecutivo.

Aparte está la propuesta de Iglesias de "desalojar" al PP de las instituciones, algo que nos remite al famoso "cordón sanitario" con el que, periódicamente, cierta izquierda amenaza al partido del centro-derecha español. La sola expresión de "cordón sanitario" es profundamente antidemocrática y sólo se debería aplicar a partidos que apoyen el terrorismo o que tengan comportamientos abiertamente xenófobos o antidemocráticos, como algunos de los que apoyaron la frustrada moción de censura de Pablo Iglesias. Es lógico y necesario que el PSOE sea una alternativa de gobierno y que haga todo lo posible por lograr sus objetivos, pero eso no puede ser excusa para demonizar y aislar a una formación que, en la actualidad, cuenta con el apoyo en las urnas de ocho millones de votos. El cordón sanitario hay que aplicarlo contra la demagogia de algunos.

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