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Violencia de Género: algo está fallando

El Pacto de Estado debe servir de revulsivo para actuar contra la violencia de género pero también contra la cultura machista

No son las estadísticas las que deben poner en alerta a las instituciones, a las fuerzas de seguridad y a la sociedad en general sobre el gravísimo problema que supone en España la violencia machista. Una sola muerte, una sola mujer asesinada, ya supone la evidencia de que algo está fallando. Las cifras, y 2017 ha comenzado con los registros más trágicos de toda la serie histórica, son la constatación de que, por mucho que se haya avanzado, estamos ante un realidad tremendamente compleja que debe abordarse con actuaciones a corto y largo plazo, puntuales y de carácter transversal, con la máxima coordinación y, por supuesto, con recursos y partidas suficientes para conseguir que cada medida que se ponga en marcha sea efectiva.

En apenas 50 días, 15 mujeres han perdido este año la vida a manos de sus parejas y han dejado huérfanos a seis menores. El crimen perpetrado por el sevillano Sergio Oliva en Alemania, matando por despecho a sus dos hijos y con la espeluznante amenaza previa a su mujer de seguir los pasos de José Bretón, ha sido especialmente convulso por cuanto podría suponer de imitación de patrones de agresión machista y porque reabre el debate sobre la necesidad de reforzar el trabajo en la prevención, intensificar las campañas de sensibilización y revisar los modos en que se difunden este tipo de noticias y el impacto que conllevan. No es admisible que acabemos convirtiendo en rutina informativa los 60 homicidios de media que se registran al año en España y mucho menos permitir que los asesinos se presenten como víctimas. Previo a todo ello, habría que empezar por reconocer la regresión en la lucha contra el machismo, en políticas de igualdad, que se ha producido en los últimos años con los recortes presupuestarios derivados de la crisis. A ello se unen los preocupantes informes sobre la creciente asimilación de estereotipos de dominación entre los jóvenes -con las insistentes llamadas de atención de los expertos sobre el perverso efecto de las redes sociales- y las denuncias de los colectivos sociales que están reactivando la movilización ciudadana, la marea violeta, cansados de reuniones, protocolos y condenas públicas que poco contribuyen a acabar con el problema.

Hacen falta más recursos en todos los niveles, más formación especializada de los agentes que intervienen y mucha más coordinación. El Pacto de Estado contra la Violencia de Género que vuelve a situarse en la agenda institucional es necesario, pero sólo si funciona como revulsivo para advertir que son dos planos distintos y complementarios en los que hay que trabajar: medidas concretas y efectivas contra la violencia de género, y actuaciones de prevención y concienciación de tipo social, mediático y educativo para atajar el escenario de trasfondo de la cultura machista.

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