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Uso y abuso de los pisos turísticos

Hay que aunar el bienestar de los vecinos con el derecho a hacer negocio de los propietarios de los pisos

El auge que está experimentando en los últimos tiempos el turismo en toda Andalucía va acompañado de la aparición de fenómenos nuevos, como la proliferación de los pisos turísticos, muchos de ellos, sin ningún tipo de control. No estamos ante un problema baladí. La abundancia de esta oferta está provocando una presión al alza de los precios de alquiler en los centros históricos y en muchos de los barrios más representativos de las ciudades, expulsando en muchas ocasiones a los vecinos tradicionales de estas zonas, con la consiguiente desnaturalización y tematización de los espacios urbanos. Esto, a la larga, puede provocar el paradójico efecto de que los cascos históricos de Andalucía -que suelen tener un gran interés antropológico- se conviertan en meros escenarios sin apenas vida y, por tanto, con poco atractivo para los turistas.

Pero los problemas de los pisos turísticos ilegales no acaban ahí. En los últimos tiempos se detecta una creciente tensión entre los vecinos de los bloques y los turistas que usan este tipo de alojamiento, algunos de los cuales no cuidan la limpieza del entorno o no respetan las horas de descanso. De hecho, ya hay comunidades que están empezando a cambiar sus estatutos para evitar este tipo de negocio.

El turismo es una de las principales industrias de Andalucía y hay que cuidarlo. Además, hay que respetar los legítimos intereses de los propietarios de los pisos que, legalmente, quieran alquilarlos a los visitantes. Pero es evidente que este negocio requiere de una mayor regulación y control. Hay que aunar el bienestar de los vecinos y el mantenimiento de unos cascos históricos vivos y vividos, con la posibilidad de hacer negocio de los caseros y el derecho de los turistas a usar un tipo de alojamiento que abarata considerablemente el viaje. También, perseguir el fraude fiscal. La Administración no puede seguir mirando para otro lado.

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