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Jorge Bezares

Menos votos, más liderazgo

JOSE Antonio Griñán salió del XII congreso regional del PSOE andaluz con casi un 30% de rechazo. La mayoría de los medios de comunicación han puesto el acento en ese voto de castigo que ha recibido de los suyos. ¿Podría haberlo evitado? Si hubiera pasteleado, seguro. Con una Ejecutiva de las que llaman "de integración", formada también por algunos de los que en su momento apostaron por una severa derrota electoral en los comicios andaluces y su dimisión al minuto siguiente, Griñán hubiera logrado un congreso 'a la búlgara', de esos que resultan poco creíbles democráticamente. Pero con los enemigos en casa, a la espera de la primera crisis para liársela. Sin embargo, ha optado por mantener la coherencia de quien está absolutamente convencido de que un partido sólido sólo se sostiene sobre un liderazgo autónomo y fuerte. La autonomía la viene defendiendo desde que Chaves lo dejó de encargado provisional del patio andaluz y se rebeló como un político nada vicario. Y, sobre todo, con la decisión de afrontar el caso de lo ERE -un escándalo vergonzoso- con un mínimo de transparencia, lejos de las pretensiones de sus antecesores. Ahora, tras la dulce derrota en los comicios andaluces y después este congreso, está empeñado en mostrarse como un líder incontestable, rodeado de leales. Nada nuevo bajo el sol de los socialistas andaluces. En el congreso de Granada de 1994 -al que asistí como enviado especial de Diario de Cádiz-, Chaves aplicó la misma estrategia tras cosechar un rechazo del 34% entre los guerristas de Carlos Sanjuán. Integró a los que pudo y construyó su propia estructura de poder, curiosamente con dirigentes procedentes del borbollismo.

Es verdad que la dura crisis interna sólo decayó cuando el PSOE, que venía de sufrir durante dos largos años la pinza que formaron el PP e IU, ganó holgadamente los comicios de 1996 y formó gobierno con los andalucistas. A partir de ahí, los seguidores de Guerra más díscolos fueron enviados al ostracismo sin pausa y con prisa. Pero Griñán y los suyos tienen ahora cuatro años por delante para intentar que el PSOE andaluz comparezca de nuevo en unas elecciones con las manos limpias, equipos renovados y competentes y ganas de ganar en todas las provincias andaluzas, sin excepciones ni tentaciones.

El nuevo secretario de Organización, el asidonense Juan Cornejo, un tipo honrado, dialogante y trabajador, deberá "engrasar" la organización para que vuelva a sintonizar con los problemas de los ciudadanos. Para ello, deberá empezar por explicarles a los consejeros socialistas que los fines de semana toca trabajar.

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