La vida se alarga

Reclamar nuestros derechos no debería relevarnos del deber de entenderlos

Los pensionistas de ahora hacen bien en defender con uñas y dientes su pensión. Pero los pensionistas del mañana (nosotros) tendremos que adoptar una estrategia más multidisciplinar. No digo que no haya que defender las pensiones ni hablo sólo de sumar un plan de pensiones privado complementario, aunque eso habrá que verlo también. Hablo de retrasar la edad de la jubilación, me temo.

Aunque yo no lo digo, como tantos, para cuadrar las cuentas y ya. Eso es de contabilidad elemental, complicada por la maravillosa esperanza de vida, que se alarga, y por el gasto en medicamentos, que se multiplica. Eso lo sabemos, aunque nos fastidie y aunque haya mucho que matizar según qué trabajos y cuáles estados de salud.

Hay algo, sin embargo, más sutil. La imagen para explicarlo me la dará un diálogo de la vieja (precisamente) película La Reina de África. La señorita Rose Sayer (Katherine Hepburn) pregunta al baqueteado Charlie Alinut (Humphrey Bogart) para qué lleva el motor encendido de su embarcación si ya van con la corriente del río. El capitán le dice que sólo llevando un poco más de velocidad que la corriente es posible mandar el barco y marcar el rumbo.

Es una imagen complementaria de aquella de Chesterton según la cual "las cosas muertas pueden ser arrastradas por la corriente, sólo algo vivo puede ir contracorriente".

Claro que tenemos la certeza de estar vivos cuando nadamos contra corriente, como experimenta cualquier reaccionario. Con la corriente baja cualquiera. ¿Cualquiera? La imagen de La Reina de África afina y resulta más útil para los futuros pensionistas, que van ya de retirada con los años, pero que, si quieren mantener su influencia, tendrán que tener los motores encendidos todavía.

Los motores de la movilización social y política, sin duda, pero también los de la aportación de su trabajo y su talento. No con tanta intensidad como en medio del camino de su vida, pero sí lo suficiente como poderle a la corriente de orillarlos, si se dejan.

No propugno una lucha de generaciones. Más bien lo contrario. Que los jóvenes se vean acompañados en el trabajo y en el sostenimiento del sistema por aquellos que todavía pueden hacerlo, adaptados perfectamente a los cambios de salud, de tecnología, de mercado y de estilos de vida. Pero esto lo escribo, ya digo, pensando más en mí y en mi generación que en los pensionistas actuales, que hacen bien en exigir.

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