Ya van por Machado

Rajoy es una fábrica de independentistas, pero estos son, en pura bilateralidad, una fábrica de rajoyistas

Con la calle de Antonio Machado de Sabadell, me parto. Sí, de risa. Entiéndaseme que entiendo que una calle en Sabadell ni le quita ni le pone nada al inmenso poeta, y que me río (a bazo batiente) por otras razones. Incluso cabe que alguien lea o relea a Machado gracias al follón, y eso sí atañe a la cultura.

Pero centrémonos en la calle y en mi risa. Se ve que la reductio ad absurdum se la recetan solos los nacionalistas. Ya era ridículo de sobra proponer quitarle una calle a Antonio Machado por franquista antes de que el atentado de Barcelona haya mostrado lo estúpido que es entretenerse con estas cosas. Dicen que Rajoy es una fábrica de independentistas, pero los independentistas son, en pura bilateralidad, una fábrica de rajoyistas. Su quietud es inquietante, pero el dontacredismo deja que los nacionalistas se pongan en evidencia ellos solitos.

Encima, vienen a darme, amable y grotescamente, la razón. Decíamos hace poco que el verdadero problema actual del franquismo es que, para muchos, instituciones y virtudes de nuestro país, necesarias para su existencia, se consideran franquistas. Citaba entonces la autoridad, la bandera, la puntualidad, las familias numerosas… Se me olvidaron, por lo visto, Goya, Larra, Góngora y Lope de Vega. Puede que ahora quieran ganarle la guerra retrospectivamente, pero le conceden, a cambio, la victoria desde Viriato hasta el 75. Todo fue franquismo hasta que llegaron ellos y, cuanto no les gusta, sigue siéndolo, y lo será siempre. Le otorgan la inmortalidad de un arquetipo platónico.

Lo interesante es con las calles tienen razón (la suya). Porque Franco se les ha convertido en una metonimia denigratoria e inconsciente de España. Y, en efecto, Lope de Vega es España y Machado y Goya, ea, y don Francisco de Quevedo.

Por último, el nacionalismo se muestra insaciable. Con lo de Machado he recordado el poema de otro, don Antonio me perdone. Aquél tan citado de Martin Niemöller: "Cuando vinieron a por los judíos,/ no pronuncié palabra,/ porque yo no era judío…" Se han quitado en España nombres de calles con el aplauso convenido y el silencio cómplice de muchos. Quizá pensaban que la maquinaria revisionista pararía en seco antes de llegar a su puerta. Qué va. No parará. Por ahora, el republicano Machado seguirá con su plaza en Sabadell, pero ha sonado un aviso. Dentro de nada, el cuestionado será Azaña; y luego Tarradellas, ya verán.

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