Como los pequeños equipos que juegan en el Bernabéu o el Camp Nou, Zapatero y Rajoy salieron a no perder. Nadando y guardando la ropa en un controladísimo debate en el que cada palabra se medía tanto (para no meter la pata y perder votos) que aquello más que debate fue la exposición de dos opositores de Magisterio ante un tribunal. Para colmo no existió la figura de un moderador que recondujera tan frío planteamiento hacia un contenido con más miga, preguntando a los candidatos con algo más de 'maldad' de la que hizo gala el presentador. Además, Mariano y José Luis no se centraron en las preocupaciones básicas del ciudadano de a pie: el cambio de sentido de la carrera oficial, las críticas de los coristas a la manera de puntuar del jurado en el Falla, el derribo de la Aduana o la recogida de cartones por las tiendas de extramuros. ¡Qué poco cercanos al pueblo!

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