Ellos mejor que nadie sabían que este momento tenía que llegar. Muchos años luchando contra los elementos y logrando evitar lo que ahora es inevitable. Bruselas pondrá cordura en un sistema que ya necesitaba renovar sus fórmulas. Otra cosa es que los trabajadores de la estiba tengan que estar día tras día obligados a convencer al pueblo en general de que lo que ganan, lo ganan de manera lícita y currando de noche y de día, sábados, domingos y fiestas, subidos a una grúa o manejándose ante el peligro de cargas que no saben nada de conflictos ni de depresiones. La envidia sigue siendo uno de los peores de los siete capitales y parece que muchos, aunque nadie lo quisiera reconocer en público, preferirían ver a este colectivo en la cola del paro antes de que preserven algo que se han ido ganando a pulso a lo largo del tiempo. Bruselas impondrá la cordura pero mejor sería no disfrutar con la desgracia ajena.