Es, sin duda, uno de los madrugones menos discutidos del año. Los remolones de los días de 'cole' ayer salieron escopetados de la cama para descubrir esa sorpresa que aguardaba bajo el árbol, junto a los zapatos, al lado del plato de galletas o bajo el vaso de leche. A media mañana, ya estaba todo el pescao vendido y las calles animadas de pequeños y mayores estrenando los regalos. Animadas, sin hacer aspavientos, porque entre la lluvia que volvió a caer a ratos, suave, como un rocío matinal alargado y el cambio del tipo de regalos, al mediodía era más abundante la basura arrumbada junto a los contenedores que los festejantes callejeros. En los hogares es otro cantar: mucha videoconsola excepcionalmente matutina, algún 'trapito' que probarse e intercambio de besos y abrazos para que el año próximo vuelvan a portarse los Reyes.
Comentar
0 Comentarios
Más comentarios