La Azotea

Pilar Vera

pvera@diariodecadiz.com

El señor del desorden

No sé cuánto habría que viajar en el tiempo para encontrar un primer referente, pero dada la valiosa condición de válvula de escape que tiene, imagino que bastante. En un "siempre" que nos remite a civilizaciones cercanas, siempre ha habido un Señor del Desorden, una Saturnalia, un juglar, un Dios Momo. Siempre ha habido una época en la que orden natural de las cosas se alteraba e incluso lo sagrado perdía, por un momento, su condición. El señor de la casa era el criado, se obedecía a los niños o las mujeres se ponían a gobernar. Un feliz periodo de inversión que, a más colmo, no solía durar mucho. El periodo de inversión integra también otra lección importante: tú, que te crees tan esencial e intocable, no lo eres. Eres tan feo, tan guapo, tan idiota, tan sublime como cualquiera. Y, como cualquiera, puedes caer en manos del bufón. No entender de qué va el juego no sé bien si es señal de soberbia o de estupidez supina.

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