Arey muerto, rey puesto. Las celebraciones en Cádiz se suceden y la Cuaresma releva a un Carnaval que hasta ayer se resistió a dar paso a su fiesta antagónica, aunque ambas con pasiones y vicios muy parecidos. Resultaba curioso contemplar ayer por la cuesta del antiguo teatro Andalucía cómo la chirigota callejera 'Silencio por fagot', espléndida en su interpretación de músicos de capilla de los que desfilan ante los pasos, se cruzaba con más de un cofrade, doy fe, que miraba con cierto sonrojo a una penitencia de carnavaleros que seguían a esta 'ilegal' para escuchar sus coplas. Para más 'inri' (nunca mejor dicho), la chirigota, en su cómico procesionar, interpretaba los pitos del Silencio con los otros pitos, los carnavalescos. Fue una 'solemne' manera de despedir al Carnaval la de esta chirigota 'de negro'. ¡Y los instrumentos eran patas de cama bien barnizadas! De arte.

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