Este Día del Padre fue distinto. Ninguno de mis hijos dejó pasar el día sin hacerme su propio obsequio. Pero eché de menos algo que en el mercado podía no tener valor. En los colegios se ha optado por dejar de lado el tradicional trabajo manual con el que muchos pequeños se llevaban días y días trabajando y días y días soñando con poder darle a sus papás. Ahora alguien se sacó de la manga que, en aras de mirar por el pequeño que viva en una familia "desestructurada", se opta por eliminar esa, para muchos insignificante tradición, que yo (qué me tachen de moñas) eché de menos este domingo 19 de marzo. Son nuevas tendencias que velan por esos pequeños y por unas teorías basadas en muchas deducciones que se tomaron sin preguntar nunca a un niño. Echaré de menos esos marcapáginas o esos trabajos con plastilina que uno nunca se atreverá a tirar. Pero bueno, si así se decide será por el bien de alguien, o, al menos, eso espero.

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