Lo prometido es deuda

Rajoy lo llama "Estao" porque, como es leído y muy estudiado, tiene que darle vergüenza llamarle "Estado"

Una constelación estrellada: coinciden el follón de las esteladas con la noticia de la pérdida multimillonaria del Estado en los rescates de los bancos públicos con los coletazos de la corrupción con la frivolidad tacticista o el absentismo de políticos a los que estamos pagando sueldos que ya quisiéramos, coincide todo, con unas semanas mías de trabajo sin pausa. En estas circunstancias, suspiro: ¿cuánto dinero tan atrozmente malgastado por todas partes y para complicarnos tanto la vida? ¡Cómo se nota que no lo ganan ellos, sino que, como mucho, se lo recaudan otros! Como se dice de muchas complicaciones psicológicas: "Qué pronto se arreglaba eso si ése tuviese que coger una azada de sol a sol", también muchas complicaciones sociopolíticas se arreglarían si los responsables tuviesen que arremangarse como los ciudadanos corrientes y contribuyentes.

Perdonen la obviedad. Se la habría ahorrado a ustedes si no fuese porque viene con sospecha aparejada. El dinero que hace falta para mantener este Estado de camarote de los hermanos Marx ("Estao", lo llama Rajoy, porque, como es hombre estudiado, le dará vergüenza llamarle "Estado") sobrepasa con creces el dinero que el "Estao" extrae de los presentes. Por eso recurre a la deuda pública, que crece como la espuma.

Cuando le hablen de mejora de la economía, de desarrollo, de progreso, de avances imparables… mire de reojo, disimuladamente, a la deuda pública, no vaya a ser que (como viene siendo) todo eso tan estupendo lo estemos viviendo a cuenta. Háganlo especialmente cuando ofrezcan, como llevan años y años ofreciendo y volverán a hacer, a los políticos en rebeldía más dinero para aplacar o aplazar sus ilegalidades manifiestas. Más dinero suyo de usted y mío, y de más allá.

Lo que me duele es el más allá, porque nosotros, a fin de cuentas, tenemos los políticos que votamos o votan nuestros contemporáneos a los que no somos capaces de convencer de otra cosa. Por activa o por desactivados, es lo que nos merecemos. En cambio, el dinero del más allá es el de la deuda que tendrán que pagar nuestros hijos cuando crezcan. Ellos pagarán lo que se ha invertido en dejarles una España más pobre, más alicorta, más rota, menos competitiva, menos inteligente.

Ante cualquier situación efervescente hay que preguntarse lo que Josep Pla: "¿Todo esto quién lo paga?". Esto lo pagarán nuestros hijos, pobres; y, si lo ven, nuestros nietos.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios