No son progresistas

En San Fernando se ha recordado el papel de los diputados catalanes en las constituciones españolas

La celebración del 24 de septiembre en San Fernando ha servido para reivindicar una cuestión básica en estos días: el referéndum ilegal organizado por Puigdemont y los suyos no es progresista. Todo lo contrario. En el acto del Teatro de las Cortes isleño intervinieron dos políticos del PSOE: el vicepresidente de la Junta, Manuel Jiménez Barrios, y la alcaldesa de San Fernando, Patricia Cavada. El discurso del invitado estuvo a cargo del filósofo y escritor Fernando Savater, que fue uno de los artífices de UPyD. Ninguno era del PP. Los tres defendieron el constitucionalismo. Porque esto no va de Rajoy contra Cataluña, sino de la democracia de España contra un desafío ilegal.

Pasarse por donde ya sabemos una Constitución (que es la ley básica del Estado de Derecho) es de lo más golpista que se puede ver. En Cádiz, donde tanto se habla de constitucionalismo y liberalismo, es conveniente no olvidarlo. Por eso, quienes apoyan a los independentistas son tan antidemocráticos como ellos.

La celebración en San Fernando nos recuerda el papel de los diputados catalanes en las constituciones españolas. Precisamente el catalán Ramón Lázaro Dou (que tiene una calle en Cádiz) fue el primer presidente electo de las Cortes. Sin ir tan atrás en la historia, en la Constitución de 1978, uno de los ponentes fue Miquel Roca, en representación de la Minoría Catalana (que aglutinaba a CDC, UDC, EDC y ERC), y el representante del Partido Comunista de España fue Jordi Solé Turá, electo del PSUC (los comunistas catalanes). Dos de los siete padres de la Constitución eran catalanes.

La participación en la elaboración de la Constitución de Cádiz de 1812 y en la actual de 1978 no fue circunstancial. Esta Carta, contra la que se han levantado, suponía el encaje democrático de todos los partidos (incluidos los que perdieron la Guerra Civil) y todos los territorios de España, con una autonomía regulada, con nacionalidades históricas reconocidas, pero dentro de la unidad de una nación indivisible.

Las constituciones son más progresistas que los golpes de Estado, urdidos para violentarlas y vulnerarlas. Es lógico que el PSOE así lo haya asumido, porque también tuvieron una participación decisiva en la Constitución de 1978. Los planteamientos independentistas de Puigdemont y compañía son ilegales e inaceptables. Y quienes apoyan una votación ilegal, como Pablo Iglesias y los suyos, también pisotean la democracia, que se basa en las leyes aprobadas mientras sigan vigentes.

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