Hablo del barrio. Un barrio que nació de unos rellenos y con una población joven y con un poder adquisitivo medio, tirando para abajo. Sus viviendas pagan ibis muy altos y sus tiendas, alquileres desproporcionados, mientras que en sus calles conviven realojos, rentas libres y moradores de muy dignas VPO. Ahora el barrio de Astilleros anda de capa caída. Cierran sus bares y establecimientos y sus plazas públicas se llenan de amigos del "butano", algo que ha provocado en el barrio un cambio de color que a muchos preocupa. Es ya demasiada habitual la presencia de furgones policiales que acuden a la zona tras la llamada de algún vecino alertado por los gritos de sus copropietarios o alquilados o incluso de sus ocupas. Algo ocurre en esa zona de la ciudad y nadie se atreve aún a ponerle nombre. Falta presencia policial y sobran las largas obras, pero, bueno, a lo mejor no debiera preocuparme.

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