Las piernas de Santi Vila

Hacer el ridículo es un derecho humano que el independentismo catalán está ejerciendo a conciencia

Del Photoshop me gustan más los defectos que los efectos. Pasa, salvando las distancias, como con la cirugía estética. Que los retoques encuentren resistencias nos protege del gato por liebre. Del Photoshop resulta llamativa (y afortunada) la frecuencia con la que deja huellas. Incluso en la felicitación navideña de la Familia Real de hace unos años, que es de suponer que de eso se encargarían los mejores. O en las portadas de las más glamurosas revistas de moda. O en los carteles de la publicidad más exclusiva.

Ahora han tirado de Photoshop para una foto del "gobierno legítimo de la Generalidad de Cataluña", y han decidido borrar al consejero Santi Vila, porque dio un paso atrás el día de la declaración universal (o lo otro) de independencia. Desde que Santi Vila saltó del tren en el último minuto, la huida de Puigdemont y la cárcel para Junqueras no ha habido tiempo de echarse otro retrato de familia. Han tenido que coger uno de antes y borrar a Santi Vila.

Pero se han dejado las piernas.

Con lo que nos han regalado otro momentazo del procés. Para empezar, la paradoja desternillante de que le hayan dejado justamente los pies al que dio el paso atrás, dijo "pies ¿para qué os quiero?" y puso pies en polvorosa.

Pero que el pie no nos haga la zancadilla. Tomemos pie en él para recordar el parentesco del método con los de Stalin y para volver a comprobar la querencia a la reescritura de la memoria histórica. Cada cual puede sostener la ideología que quiera, pues el ridículo es un derecho humano inherente a la libertad de pensamiento canalizado a través de la libertad de expresión, pero, en este caso, nadie dirá que los independentistas no tuvieron tiempo de hacerse la autocrítica entre cosas como ésta y huidas de empresas e idas de agencias europeas.

A Santi Vila, como le tenían en el centro de la foto, han podido borrarlo o casi. A Inés Arrimadas la han invitado a que se vuelva a Cádiz, cosa que nosotros, dicho sea de paso, celebraríamos por todo lo alto, pero que hace gala de una xenofobia incandescente de manual. Mejor reír que llorar, aunque sin dejar de estar alerta ante estos signos inquietantes. Quien avisa no es traidor, pero quien es traidor avisa. Todo el mundo se fija en que a Santi Vila le han dejado las piernas, pero nadie observa que lo que han hecho, en realidad, es cortarle la cabeza. Con Photoshop, sí, pero con un inconfundible sabor revolucionario.

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