Hubo un tiempo en que Arcos era la capital poética de la provincia. Era la época de los hermanos de las Cuevas, los hermanos Muciano, Julio Mariscal y Antonio Hernánez. Un pequeño pueblo había producido muchos poetas de manera casi simultánea. Mi tío Enrique le decía a Fernando Quiñones "tus amigos los poetitas de Arcos". El calificativo de poetita lo rescató décadas después Salvador Celada para referirse a Juan José Téllez, hoy dedicado al mundo de las letras desde su puesto en la Junta de Andalucía. Hubo otro momento en que una generación quería subir el escalafón y acabar con la anterior. En las postrimerías del franquismo le decía Quiñones a Pemán, "nuestro ilustre vate y querido convecino" como se le llamaba entonces: "aquí la primera pluma de la provincia. Aquí la segunda" ya que en España somos mucho de las clasificaciones. Una generación quería acabar con la anterior para ocupar su lugar. Les ocurrió a los de Marejada que, herederos de un Ory en el exilio, querían sustituir y poner punto final a la época de Platero y de Pemán , monopolizadores de juegos florales y justas poéticas. Luego llegó Jaramago con la intención de sustituir a los de Marejada y al final, fruto del feliz aumento de la esperanza de vida, conviven todos en armonía y amistad. Con posterioridad han ido llegando multitud de poetas que crean sus pequeños sellos editoriales y se publican unos a otros en una sociedad de bombos mutuos. Todos se conocen, todos se elogian en público y se despellejan en privado, todos dicen admirar al resto de los que escriben artículos encendidos, prólogos elogiosos y presentaciones encendidas aunque cuando llegan los corrillos del ágape aparece la verdad desnuda dicha en susurros junto con la bandeja de canapés. Por si fuera poco además de premios, revistas, cursos y jornadas, hay cursos de verano y ciclos de todo tipo que sirven para acomodar unos euros que ya se sabe que los poetas siempre han estado faltos de recursos. Ahora han llegado las redes sociales donde todos dan a conocer sus espléndidos versos para que el resto cubran de elogios en el Facebook correspondiente. Esto de la poesía tiene un punto innegable de vanidad. No escribir, sino publicar a la espera del elogio para satisfacer el ego de la comunidad de poetas. Yo admiro el doble sentido de algún conocido poeta de Cádiz, que al final los poetas populares de Cádiz son los que escriben sentidos pasodobles con el arte que en esta tierra hay y que a partir del martes nos desgranaran sus rimas consonantes.

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