Gastronomía José Carlos Capel: “Lo que nos une a los españoles es la tortilla de patatas y El Corte Inglés”

CADA vez estoy más convencido de la enorme influencia que tiene la cultura judeocristiana en nuestros gobernantes. Nos están machacando, nos están mortificando, nos piden más y más sacrificios, pero siempre nos anuncian que al final…llegará el paraíso del crecimiento y la creación de empleo.

Es cierto lo que dice la jerarquía de la Conferencia Episcopal: la sociedad se ha descreído, se han perdido los valores de esfuerzo y sacrificio; el hedonismo se ha convertido en la nueva religión. Nos habíamos creído que estábamos en este mundo para disfrutar y pasarlo bien, y nos habíamos olvidado que la vida, en definitiva, es un valle de lágrimas.

Que sí, que hay que despedir a la gente, que sufran en el desempleo (¡que se jodan!), que se desesperan, que lleguen a no tener dinero ni para darle de comer a sus hijos; ¿y qué es eso en comparación con el paraíso que les espera cuando pase la crisis?

Que sí, que nos tienen que bajar el suelo, que estábamos muy mal acostumbrados, que desperdiciábamos el dinero en todo tipo de lujos y vicios. La vuelta a la escasez nos hará más fuertes espiritualmente, y nos hará ansiar más aún el paraíso prometido por Rajoy para así sacrificarnos con alegría de espíritu.

Que sí, que hay que pagarse esos lujos que nos habían regalado como es la educación, la sanidad o la atención a los dependientes. Si pagan libros, matrículas y se quedan sin becas, los jóvenes estudiarán más. Si pagamos las medicinas, seguro que enfermaremos menos, porque, ya lo ha dicho la ministra de Sanidad, tomábamos medicamentos inútiles que nos cuestan una fortuna, y para eso, con una tila o una manzanilla basta y sobra.

Que sí, que a políticos y banqueros no se les debe pedir más sacrificios, que bastante tienen con aguantar a tanto pecador y trabajar para sacar a esta sociedad del infierno del estado del bienestar.

Y para que no acusen a los miembros de este gobierno de beatos impenitentes, o de faltar al respeto a nuestro estado aconfesional, la vicepresidenta no nos anuncia los sacrificios los domingos desde el púlpito, sino los viernes en rueda de prensa. Todos los viernes un nuevo recorte, más y más sacrificios, cuan laica penitencia, hasta que purguemos tantos y tantos pecados de la sociedad del bienestar.

¿Y si al final no hay paraíso?

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