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la esquina

José Aguilar

La papeleta de Rubalcaba

EN cada encuesta que se hace en este tiempo de zozobra los ciudadanos insisten: hoy confían menos que ayer en el Gobierno de la nación pero más que mañana. Con el PSOE no expresan esa inquietud: su desconfianza es aún mayor.

En esta semana en que el vía crucis de España recorrerá una nueva estación de sacrificio, penitencia y castigo, el Gobierno escalará un peldaño más en su carrera hacia el descrédito. Su gestión es desaprobada por una gran mayoría, que no ve un horizonte de mejora a pesar de la cirugía de hierro que se le aplica, piensa que Rajoy va improvisando a rastras de los acontecimientos y ha dejado de creer que el PP tenía la solución tantas veces prometida.

Paradójicamente, el desgaste de los socialistas es superior al de los populares. Ello es así porque se ha asentado la idea de que en el estallido de la crisis económica tiene más responsabilidad Zapatero que Rajoy. Obedece a la lógica: el segundo mandato de ZP fue un tiempo prácticamente perdido en materia de lucha contra la crisis a causa de su diagnóstico equivocado, y el primero de Rajoy está resultando más dañino desde el punto de vista social, pero aún conserva el beneficio de la duda (¿el saneamiento de ahora será la condición para la reactivación de mañana?). También porque el PP sigue una hoja de ruta firme -recortes y ajustes sin restricción-, aunque sea atropellando promesas y hurtando explicaciones, mientras el PSOE no sabe adónde va, ni qué prometer ni cómo explicarse.

La papeleta de Rubalcaba es descomunal. Como la de Almunia en 2000 o la del propio Rajoy en 2004 y 2008. Dos grandes derrotados también, pero Almunia dimitió y Rajoy resistió ocho años hasta hacerse con el poder cabalgando a lomos de la crisis. A Rubalcaba, que protagonizó el mayor desastre de su partido en las urnas, pero insistió en seguir, los suyos no le van a dejar ni que resista.

Anda el hombre cabizbajo y meditabundo, debatiéndose, en su tristeza, entre hacer una oposición dura y contundente (poco creíble porque siempre le plantearán por qué no hizo siendo número dos del Gobierno lo que ahora le reclama a Rajoy) o una oposición responsable y constructiva (que favorecería la continuidad del Gobierno actual). Los Chacón, Gómez y demás le empujan a dar más caña y ser más radical, pero él sabe que en el monte se está, aunque más a gusto, también más solo, lejos de las templadas laderas en las que acampan los sectores sociales moderados, que son los que hacen ganar o perder unas elecciones.

Su gran apuesta es que triunfe el modelo andaluz, y por eso ha constituido una sociedad de socorros mutuos con Griñán. Pero ¿qué garantías hay de que el pacto PSOE-IU en la Junta no se rompa?

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