El nuevo mundo

En esa deriva que supone alejarse de la moderación, el mundo ha desembocado en Trump y Putin

Algunos iluminados creyeron que el mundo entraba en los tiempos de la nueva política. Los indignados, los insumisos, los antieuropeos... El mundo se iba hacia los extremos de una nueva derecha y una nueva izquierda más radicales. Pero, en esa deriva (que supone alejarse de la moderación que se implantó después de la Segunda Guerra Mundial), el mundo ha desembocado en Trump y en Putin. Se cayó el muro de Berlín, se rompió el telón de acero. Y nos hemos encontrado con estos dos. Y con varios más parodiados este año en la chirigota del Selu en el Carnaval de Cádiz.

Con Trump y con Putin sólo cabe esperar un mundo carnavalaesco, en el que Europa hace de comparsa con gorgoritos para nada. Creíamos que el mundo caminaba hacia la universalidad y el derribo de todas las fronteras. Un mundo en libertad. Sin embargo, ahí tenemos la nueva política comercial de EEUU con Trump, que supone un retorno al pasado de los aranceles. Ahí tenemos también a Putin con su misil que podría traspasar el escudo norteamericano. Se acabó la guerra fría, pero con estos dos nadie puede estar seguro.

Frente a Trump y a Putin, ¿qué hace Europa? Se han perdido los liderazgos. Los partidos demócratas cristianos y socialdemócratas se han hundido. No hay nuevas mayorías alternativas. Aparecen líderes ocasionales como Macron en Francia. En Alemania la señora Merkel ya no es la que era. Se origina un Brexit en el Reino Unido, del que nadie sabe cómo salir sin daños graves para ambas partes. Italia sigue siendo un rompecabezas político, en el que farsasntes y cómicos compiten en una anarquía de siglas sin ideas claras. España vive entre paréntesis, al ralentí, con el freno de mano puesto en Cataluña y sin proyectos de futuro. Portugal y Grecia se conforman con sobrevivir a los últimos rescates.

En este ambiente confuso, China aspira a ser la primera potencia económica mundial a medio plazo. Es otra contradicción entre la política y la economía, que definitivamente recorren caminos separados. En China conviven un comunismo político y un capitalismo económico. Un sistema que no tiene nada que ver con el marxismo ortodoxo ni con el liberalismo de manual, donde el Estado interviene para lo que le interesa. Un país que aún venera a Mao es el imperio del lujo, un camino de ida y vuelta entre el comunismo y el consumismo.

Trump y Putin sólo escenifican su miedo escénico a un cambio de rumbo en el mundo, en el que EEUU y Rusia no vuelvan a ser lo que eran. Europa ni siquiera se entera de lo que le puede ocurrir.

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