Hay que horrorizarse ante la avalancha de sucesos y agresiones cometidas por niños. Ojalá conociera el origen del problema y su tratamiento. Pero quizá la cosa arranca de cuando empezamos todos a hablar de la prima de riesgo como si supiéramos lo que era, o de Venezuela sin conocer cuál es su capital, o de la unidad de España en peligro por el 'desafío catalán', o a lo mejor cuando todas las conversaciones empezaron a ser colonizadas por un concurso televisivo de voces jóvenes. O quizá es por todo a la vez y seguramente empezó antes. No sé cuándo fue, pero en un momento dado se empezó a dejar de hablar en los debates en los medios públicos, de los niños, de su educación, de sus problemas, de sus deberes (y no me refiero a la tarea en casa), para tornar las charlas domésticas en gran preocupación por sus caprichos y su mal entendida felicidad. No sé, pero ta vez este país no está pensando en sus niños...

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