EL ALAMBIQUE

Enrique / Alcina

Son tres mil

TRES mil años, ¿de qué? Debe suponer un fastidio estar imputado en la ciudad de los imputados y no poder relajar el cuerpo y la mente en condiciones. Aquí es más importante un puticlú que un yacimiento arqueológico. Será asunto del cuerpo humano. Mercadillo caliente. Dónde va la gente, Vicente, a culturizarse, en plena cultura del culto al cuerpo del delito. Muy cerca, muertos de risa, los restos sociológicos del pasado remoto de este rincón de la Piel de Toro, con perdón, aguardan sentados unas subvenciones, atenciones y cariño verdadero. Tres mil años ya cumplieron con creces Sevilla y Huelva, aunque aquí creamos con tozudez chovinista que Cádiz va por delante del planeta, pa eso tiene tres mil años y pico. La más vieja. Eso hay que demostrarlo. El yacimiento arqueológico de Doña Blanca lo prueba, se escucha hasta la porfía de los fenicios en plena puja por el futuro. ¿A quién pertenece el porvenir? Dicen que algunos fenicios ya han pasado por la piedra, que los viernes por la tarde se pegan una escapadita pa echar una canita al aire. Increíble.

Los fenicios siempre se mostraron muy audaces con los machacantes y poco cuidadosos con las cosas de antes. Y les molaba el Carnaval, el cazón en adobe, el rap prehistérico y el dinero negro. Qué marcha. Las malas lenguas cuchichean que, ya entonces, los más listos obtuvieron la luz y el agua de manera fraudulenta, que en ese lentísimo ayuntamiento fenicio se demoraron siglos en aprobar un pegou decente y que su poblado marinero se edificaba sobre suelo rústico, suelo cateto. Pero alguien, desde las alturas, lo transformó en cielo urbanizable por arte de birlbirloque. Ya vendrán los romanos en la motonave Adriano a convertir Cádiz en el gran burdel, la gran bacanal. De ahí que, a estas alturas, en el carril reversible del tiempo, nadie quiera meter mano al yacimiento, ni siquiera la junta fenicia. Pa que ná se sepa. Mientras tanto, en el complejo cultural de junto la gente vip guarra se descoyunta a la salud del mundo que huye hacia adelante. Y nadie investiga la procedencia de los huesos que quebrantan la paz del entorno, ni el contrabando de personas humanas, ni la relación de toda esta historia con el narcoladrillazo. Total, son tres días. ¿No eran tres mil años?

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