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DE POCO UN TODO

Enrique / García-Máiquez

La miga y la pluma

JUAN José R. Calaza ha publicado en El Faro de Vigo un artículo indispensable: "Polanski, Mitterrand, Turing y la Iglesia católica: dos medidas". Empieza: "Probablemente con buen criterio, pero no tanto si se hubiera tratado de un sacerdote, la Justicia suiza no extraditará a Roman Polanski, detenido en 2009 a petición de EEUU por pedofilia con una niña de 13 años (California, 1977) y delito de fuga. El arresto provocó gran revuelo en Francia cuando el ministro de Cultura, Frédéric Mitterrand, y populares actores salieron en defensa de Polanski. Poco tiempo después, Marine Le Pen acusó de pederastia al sobrino de François Mitterrand a raíz de confesiones autobiográficas -La Mauvaise Vie- en las que parecía jactarse de haber mantenido sexo con menores tailandeses. Imagínense si Frédéric Mitterrand en lugar de ministro hubiese sido, el pobre, misionero en Indochina".

En vez de recapacitar sobre esas dos varas, muchos han atizado con la vara de medir costillas a Calaza por hablar de "pederastia" cuando el tipo legal es "delito sexual cualificado". Ah. ¡Qué sutiles positivistas jurídicos se vuelven algunos!..., según qué casos, pues luego la Constitución, bah, papeluchos interpretables. También hay dos medidas para los argumentos y las ideas.

Ángel Ruiz cuenta en su blog que en Inglaterra "a un hombre le han puesto seis meses de condicional y una multa de unos 2.000 euros por haber causado 'innecesario sufrimiento' a una ardilla gris -que se comía la comida de sus pajaritos- al ahogarla". Y recuerda que allí (como aquí) se permite el aborto ante la indiferencia del personal, mientras que las ardillas grises gozan de tanta conmiseración. No defiende el ahogamiento del roedor, como Calaza no defiende a ningún pederasta. Ambos quieren dar pie a una reflexión sobre ciertas contradicciones de la sociedad actual. Pero los comentarios han sido poco reflexivos. Uno puede preocuparse más por la suerte de una ardilla gris que por la de los fetos, sí, pero no hace falta ponerse hecho una hidra.

Algunos que se creen progresistas se escandalizan como señoritas burguesas del XIX, con desvanecimientos y todo, si hay quien sugiere una inconveniencia, huy. Eso es un inconveniente grave para el intercambio intelectual. Y me recuerda una anécdota de Pío Baroja. Le repitieron una frase muy celebrada de Rubén Darío: "Baroja es un escritor con mucha miga, se nota que es panadero". Baroja replicó: "Rubén tiene muy buena pluma, se nota que es indio". Y aquello, sin embargo, molestó una barbaridad. El perplejo Baroja, desde su panadería, no entendía esa diferencia de trato. Pues así estamos.

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