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Lo mejor para los cubanos

LOS ministros de Asuntos Exteriores de la Unión Europea acordaron la noche del jueves el levantamiento de las sanciones contra Cuba y la reactivación del diálogo político con el régimen comunista, con gran disgusto de algunos sectores de la oposición al castrismo, que consideran esta medida una cierta forma de avalar el poder de Raúl Castro.

Nada más lejos de la realidad. Para comprender el alcance de la decisión hay que subrayar, en primer lugar, que las sanciones ahora levantadas fueron impuestas por iniciativa del Gobierno Aznar como represalia por la intolerable detención de 75 disidentes en la isla, pero ya estaban suspendidas desde 2005, esta vez a propuesta del Gobierno Zapatero.

En segundo lugar, las sanciones tenían un carácter más simbólico y político que práctico: consistían en la limitación de las visitas oficiales de alto nivel de los países europeos a Cuba y en la invitación a líderes de la oposición a las recepciones celebradas en las embajadas en La Habana con motivo de las respectivas fiestas nacionales. Esto dio lugar a algunos incidentes con el régimen totalitario, pero la sangre diplomática nunca llegó al río.

Desde la llegada de Raúl Castro al poder por enfermedad -de su hermano- se han sucedido algunos signos de evolución de la dictadura. Ha habido presos políticos liberados, se ha autorizado a los cubanos a usar el teléfono móvil y pernoctar en los hoteles de su país, se han abierto espacios de crítica dentro del sistema y se camina hacia el pragmatismo en materia económica, signos todos ellos de que Cuba está cambiando. A velocidad de tortuga, ciertamente. Más de lo imaginable cuando se acordaron las sanciones europeas, menos de lo que hace falta para que la libertad sea una realidad. De hecho, el nuevo acuerdo de los Veintisiete insiste en exigir la libertad incondicional de todos los prisioneros políticos, el acceso de las organizaciones humanitarias internacionales a las cárceles cubanas y la ratificación -y puesta en vigor- de las convenciones sobre derechos humanos.

¿Qué se debe hacer en esta situación? Lo tengo claro: nada de sanciones y aislamiento, que contribuyen a enrocarse al régimen y perjudican al pueblo. El embargo económico dictado por Estados Unidos, por ejemplo, ha hecho pasar muchas privaciones a los cubanos y ha dado munición al castrismo para eludir sus responsabilidades en esas mismas privaciones. Hay que ayudar a los cubanos a comer todos los días y a conquistar la libertad, alentando los síntomas de democratización, por leves que sean, sin perder de vista la exigencia permanente a sus gobernantes de que no se aceptará un lavado de cara. Presión y mano tendida.

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