La mano del hombre

Como muchos fuegos quedan impunes, ese "terrorismo incendiario" está mal combatido

La mano del hombre puede ser buena o mala, depende del hombre, no de la mano. Lo mismo se puede decir de la mujer. Está la gente pendiente de Cataluña, donde la vida sigue igual; es decir, con sus tiempos, poquito a poco. Sin embargo, lo más grave del fin de semana sucedió en otras nacionalidades y regiones del Norte, sobre todo en Galicia, aunque también en Asturias y León. Allí no ha llovido sobre mojado, sino que han incendiado sobre lo quemado. El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, coincidieron al afirmar que las decenas de fuegos registrados, que han causado víctimas mortales, fueron provocados. "Terrorismo incendiario", llegó a decir Feijóo.

Es un delito pésimamente cubierto por las leyes vigentes. Por eso, pasa lo que pasa. Hasta ahora no se han tomado los incendios forestales más en serio porque carecen de consecuencias políticas. A lo máximo que se llega es a decir que los medios para apagar un fuego son insuficientes. Sin embargo, a PP, PSOE, Ciudadanos (¿y Podemos?) no se les ocurre formalizar un pacto de Estado contra los incendios forestales, que incluya un endurecimiento de las leyes, con más penas de prisión para los autores voluntarios e involuntarios, en proporción con el daño causado. A diferencia de los asesinos que concentran una gran atención mediática, los incendiarios suelen pasar sin pena ni gloria. ¿Conocéis a alguno?

En Galicia, como en Andalucía (y en la provincia de Cádiz), hemos tenido varios casos de fuegos provocados en los últimos años. Con intención, o por negligencias. Una leyenda considera que el único motivo para provocar incendios es buscar las recalificaciones La normativa fue cambiada, por lo que ya no existen las facilidades de antes. Hay pirómanos que tienen otros objetivos, a veces personales. Como muchos quedan impunes, ese "terrorismo incendiario" al que alude Feijóo está mal combatido. Por ahí deberían empezar.

Hay pirómanos sueltos, que dañan por dañar. También errores que salen muy caros, como pasó en el incendio de Guadalajara de 2005, en el que murieron 11 personas cuando trabajaban en la extinción de un siniestro, que fue originado por una barbacoa mal apagada. O eso dijeron.

La mano del hombre no sólo se puede alocar al escribir una carta sin respuesta. También puede matar, queriendo o sin querer. Mientras los políticos no se lo tomen en serio, seguirán las lamentaciones. Esos lamentos también se apagan con el tiempo.

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