de todo un poco

enrique / garcía-máiquez

El liberalismo es pesado

EL éxito ideológico del liberalismo es palpable. El hundimiento del marxismo y los fracasos de gestión de la socialdemocracia le han dado alas. Incluso en los partidos socialistas europeos (con escasas excepciones, entre las que se cuenta nuestro PSOE) giran hacia posiciones netamente liberales. Por otra parte, su mecanismo es sencillo, sobre todo cæteris paribus, y sus cuatro reglas lo mismo valen para un roto que para un descosido.

Lo cual hace que el liberalismo viva en una efervescencia opinativa (aunque luego el PP, que lo proclama, no lo aplique apenas). Los excesos liberales caen siempre, por tanto, del lado del comentario ligero, donde terminan haciéndose pesados. Aquí al liberalismo se le va la fuerza por la boca. Es paradójico que una doctrina que, aplicada a la política y a la economía, aliviaría nuestras vidas, usada para opinar de todo lo divino y lo humano sea un plomo. Un ejemplo: ese feroz individualista que nos afea, con perfecta ortodoxia liberal, que unos españoles que no hemos jugado jamás al bádminton celebremos la medalla mundial de Carolina Marín.

Es un comentario casual, pero típico, que puede elevarse a categoría. Demuestra hasta qué extremo se les escapan los estrechos lazos que tejen una comunidad a los liberales. La falta de solidaridad que se les achaca es un síntoma de la ausencia más honda de sentido de la comunidad. Yo me enorgullezco del bádminton de Carolina, claro, y, en otro orden de cosas, de la pintura de Velázquez y Murillo, de la prosa de Cervantes y, todavía más allá incluso, de que Sanz Briz y otros diplomáticos españoles de entonces salvasen a tantos judíos del holocausto... Y no me apunto sólo a lo bueno, eh. Sufro por lo malo, me avergüenzo por lo ridículo, me indigna lo idiota...

La derecha española tiene varios problemas de fondo y ninguno es Podemos. Lo es hacer del liberalismo su único cuerpo doctrinal. Al menos serviría si bajasen los impuestos, unificasen el mercado, eliminasen trámites, adelgazasen el Estado, posibilitaran el cheque escolar y desliasen la maraña legislativa, esto es, lo que no hacen. Su liberalismo se queda en un tic intelectual trufado de economicismo y de darwinismo social que les impide entender nuestros vínculos históricos. Por eso, defienden la unidad de España con el positivismo jurídico y nada más. Tampoco entienden las tradiciones ni el conservacionismo ni tan siquiera el bádminton.

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