El Tiempo Un inesperado cambio: del calor a temperaturas bajas y lluvias en pocos días

Enrique Alcina

El lado femenino del comparsista

MÁS de medio cielo del Falla ganado atesoran los elegidos que conquistan el corazón de la mujer con una copla sensible y razonable. En todas las artes, el lado femenino apuntala las virtudes de una obra, argumenta su existencia. En Carnaval, como en la vida misma, la mujer resuelve, por algo la convierten en destinataria de todo. Ella, en el fondo, es la fiesta y la tragedia. Cádiz tiene nombre de mujer, claro. A veces canta por los codos, otras veces hace mutis por el foro, y entonces se le ven hasta las ideas, sólo hay que leer entre líneas. Nadie como una mujer para descifrar los silencios. La comparsa del versátil Tino Tovar se adentra en el silencio largo, profundo y dañino, que duele más en el alma que un golpe de nudillos, y también en el silencio valiente o verdadero. "Siguen muriendo mujeres y nosotros, en silencio". Desgarradora copla a capella que levanta otro silencio enorme, como un muro de comprensión mutua. Hasta el próximo silencio.

Ahora que nadie escucha, sólo oye campanas, los perfumistas aplican con destreza el lado femenino a un asunto muy delicado. "La derecha y sus obispos salen en procesión, dicen que se están perdiendo los valores de la familia". Y tachan de demonios a los gays, les niegan el matrimonio. Tal vez quieran una familia donde la mujer "limpie los calzoncillos" de un borracho, donde a los hijos los "cría una niñera", matrimonios infelices de fachada. A la orden del día.  "Sólo hace falta cariño para hacer realidad una familia". Da igual el sexo. Los mismos derechos.

Seduce también la linda batalla de sentires y sones de sendos coros hermanos aunque felizmente separados. Si los de Kiko Zamora ahondan en el genoma gaditano, sangre en amarillo, sangre rebujá en la cuna de dos cantes, penitencia eterna del obrero, los proscritos de la Víña se topa con la Iglesia, ya estamos liaos otra vez, y le afea la conducta al lujo y boato de la Semana Santa, no distingue entre ateos y fariseos, sino simplemente en ser decente para tener derecho a tocar las puertas del cielo. Cárdenas escribe "ajín" tó guerrillero, valga el ejemplo de la diatriba al criterio que se aplica para entregar los antifaces de oro. Antifaces con pocos quilates. "Se lo merecen todos, pero no todos están". Muchos poetas que tocaron la gloria sólo han hallado olvido, sinónimo de falta de memoria. "Las cosas por su nombre". El presi de los autores no cita nombres pero sí ejemplos. Dicho y hecho; el coro orquestal arremete contra el "pesetero" que creó el carrusel de verano, "ensuciando cien años de tradición". La letra remarca que el Carnaval de Cádiz se distingue por algo singular, no por la cabalgata o el concurso: "son grupos de cuarenta o más personas que cantan coplas con arte y salero". ¿Todos? "Y ahora viene un chufla en agosto para hacerse el protagonista". Y el veraneante se lleva la lamentable imagen de unos coristas "en bermudas y medio borrachos", fuera de tiempo y de lugar.

El Solitario logra la Aguja de Oro en un cuplé, los pasodobles se tiñen de lamentos e historias sociales o personales, y luego hablaban de Quiñones. Hasta el Canijo se ha vuelto majareta y ha rimado a la medida. Lástima los reiterativos recuerdos cariñosos a Jerez. Demasiados piropos a Jerez. Menos mal que otros emplean armas de ingenio. El Love borda un recorrido virtual a través de las vallas de doña Teo, el presunto futuro por venir. Santander designa a Salvochea alcalde perpetuo, y de pronto el Sheriff capta una foto inédita: doña Teo con su marido, un hombre discreto. Los reporteros gráficos plasman otra copla endogámica encorajinada, lejos del conformismo tan en boga. Hartos de escuchar maravillas sobre su ciudad, cuando cantan más allá del peaje, retratan un paraíso "pa quien lo pueda disfrutar" que en realidad encierra una súplica: trabajo. Con todas sus letras. Cádiz es algo más que una postal. "No me conformo con que le laven la cara cuando se aproxima el voto, sólo pa que salga bonita en la foto". El amor a Cádiz ya no se muestra incondicional. Para enamorarla, se aconseja cantar algo más bello que el silencio.

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