LA derrota ante el Málaga ha devuelto al cadismo las inquietudes y el pesimismo que florecieron cuando se decidió la venta de Lucas Lobos. Incluso se justificó, por parte de Antonio Muñoz, porque el puesto estaba bien cubierto por Matías Pavoni y Líbero Parri, pero justamente ahora el compatriota de Lobos también deja el club para marcharse a Grecia.

La plantilla y el propio Calderón debieron realizar un esfuerzo importante para no aceptar tras el partido que se echó en falta la aportación de Lobos. El equipo corrió, trabajó una enormidad, remató a puerta, pero faltó esa cuota de calidad necesaria para romper a las defensas ordenadas y que juegan con el viento a favor.

A estas alturas del campeonato en temporadas anteriores se consiguieron buenos resultados, los delanteros más cuestionados marcaban goles importantes, revirtiendo su mala situación deportiva y ganándose el clamor popular. Excusa que aprovechaban los máximos responsables de la entidad amarilla para desistir de realizar algunas incorporaciones, a todas luces necesarias si se deseaba cumplir con los objetivos deseados. Se esperaba que la racha llegara hasta la fecha de expiración del plazo para poder contratar, para que cesara la presión popular. Con un poco más, posiblemente hubiésemos estado hablando ahora de estar a sólo cuatro puntos del tercer clasificado, pero con la marcha de Lobos y Pavoni, se desvela una declaración de intenciones. Si el objetivo del ascenso propuesto por Baldasano se pudo rectificar y es el mismo objetivo del nuevo consejo, por qué se juega con la suerte. En Tarragona salió bien, en Carranza ante el Málaga salió mal.