Crónicas Levantiscas

Juan Manuel Marqués Perales

jmmarques@diariodecadiz.com

Las izquierdas

El independentismo catalán ha encontrado el otro brazo de la tenaza en Podemos e IU para acabar con el régimen del 78

El independentismo catalán, convertido en un movimiento trasversal en lo político, ha encontrado un aliado en el resto de España: no ya a otros centrifugadores del Estado, caso de Bildu y de las Mareas gallegas, sino a la izquierda radical, la de Podemos de Pablo Iglesias y la nueva Izquierda Unida de Alberto Garzón. A ambos brazos de una misma tenaza les une el objetivo de derribar lo que ellos llaman el régimen del 78, que ha sido una fórmula de convivencia que consiguió la concordia entre españoles y entre las distintos territorios. Por el momento, el Estado constitucional, tal como lo conocemos, aguanta porque el PSOE se mantiene unido a un bloque mayoritario formado por los socialistas, Ciudadanos y el PP. Todo lo demás se encuentra al otro lado, intentando derribar el muro a pellizcos.

El objetivo final de los independentistas lo conocemos: una república catalana, separada de España. No es otro. ¿Y el de Podemos? Como movimiento radical, esta izquierda está más interesada en el tránsito, en la lucha, en la calle y en el mambo, en definitiva, que en la configuración de un nuevo Estado, aunque su régimen se parecería más a Venezuela, Bolivia y Ecuador que a España, Francia y Alemania. Pero aún no lo tienen madurado: de momento, de asamblea en asamblea hasta la victoria final, que ya se encargará Pablo Iglesias de embridar a los disidentes.

El cinturón constitucional aguanta, está aguantando, pero Iglesias intenta seducir al líder del PSOE, Pedro Sánchez, para que cambie de bando y ambos lideren un Gobierno que entierre al PP y abra las puertas a una refundación, que no reforma, constitucional. Pedro Sánchez mira a un lado y a otro, pero comparte con Pablo Iglesias que el problema de fondo de este país es el PP y que, para ello, se pueden atravesar ciertas líneas rojas. Es el mismo pensamiento que lideró a una buena parte de la izquierda en la Segunda República: no se trataba tanto de defenderla, al fin y al cabo también se alzaron contra ella, sino de parar a las derechas de la CEDA y a un fascismo que, entonces, era minoritario en el país.

La parte sensata del PSOE, de Estado, responsable, la del Antiguo Testamento, quedó borrada porque se implicó en las últimas primarias. Por voluntad propia, los González y Rubalcaba no intervienen porque encenderían ánimos contrarios, los referentes históricos de este país están quemados. El momento es muy crítico, igual de grave o más que en las semanas previas al 23-F, son tiempos para la calma, los principios y la visión histórica.

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