Opinión

Fernando Díaz

El hijo maltratado

ESTA es la historia de un hijo del que no se acordaba nadie y al que de repente le salen familiares por doquier. Un día, cuando soñaba con su esquijama amarillo con ser alguien importante, se marchó de su casa con la única mirada de sus progenitores como fría despedida. Quizá no era un hijo deseado.

La historia de este joven le llevó a un colegio de los denominados de pago, donde sólo accede lo más selecto. En aquel momento no fue un destino adecuado y cruzó la calle para acudir a otro con menos nombre. Empezó pasando desapercibido, como cualquier otro a su edad que da la impresión de que al final no llegará a nada. Pero poco a poco destacó entre los modestos. Lo hizo con cabeza, temple y el asesoramiento de un amigo fiel en los últimos años.

El momento de tomar el último tren rumbo al objetivo anhelado le permitió acercarse a uno de los mejores barrios de su mundo. Lo hizo solicitando una oportunidad, un momento de gloria para él un día cualquiera. Su afán le hizo destacar y curar la ceguera a los que no vieron en el chico más allá de su aspecto físico. "Puede merecer la pena", pensó alguien. La puerta cerrada a cal y canto se abrió porque él, y sólo él, hizo méritos para que así ocurriera.

Su nombre empezó a sonar, por lo que su primera familia le propuso volver en adopción. Sin hijos de garantía en la casa, al menos éste podía cumplir el expediente. Y bien que lo logró, tanto que ahora es el tesoro de ese hogar... y de algunos más. Y si continúa así le saldrán más parentescos. El interés es muy grande para colgarse la medalla y exigir por lo que hasta hace tres días era un desecho para media Bahía. Bienve, el hijo maltratado, ya conoce una verdad tan dura como real: lo más honesto en su mundo es el balón.

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