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Las hienas

Hay mala conciencia en el PP por la muerte de Barberá. Hace unas semanas les daba náusea, ahora hablan de linchamiento

Muere Rita Barberá y se buscan culpables. Un circo. Hay mucha mala conciencia en el PP. Los mismos que decían que estaban hartos, que les daba vergüenza y náusea, que no era honesta, hablan ahora de cacería y linchamiento. Un lector me envía una visión distinta. Una estadística de Eurostat, de 2013, señala como primera causa de muerte entre mujeres europeas mayores de 65 años las enfermedades cardiovasculares. En un 43%. Mi remitente añade un comentario: "Esta señora ha llevado una vida intensa, estresante y probablemente con hábitos poco saludables, como consumo de tabaco y alcohol, sobrepeso y escaso ejercicio. Cualquier médico advertiría del alto riesgo de sufrir un infarto. Si le sumamos un carácter fuerte, tenemos el cuadro perfecto para un problema circulatorio".

Pero tras el fallecimiento de la ex alcaldesa de Valencia, de 68 años, casi nadie ha señalado su mala salud como elemento primordial. El PP busca responsabilidades fuera de su partido. Es un ejercicio de hipocresía, porque ellos mismos la repudiaron, vilipendiaron e ignoraron en los últimos meses. Entre las acusaciones de más peso está la del ex presidente Aznar: "Ha muerto excluida del partido al que dedicó su vida". Ajeno a la hartura, la vergüenza y la náusea mostrada por sus vicesecretarios generales, Rajoy ha hecho de sí mismo. Ha declarado que fue un honor ser amigo de una persona excelente, generosa y luchadora.

El más tremendo, como casi siempre, ha sido el portavoz del PP en el Congreso, el diputado por Almería Rafael Hernando, que ha pasado de la hipocresía al cinismo. "Apartamos a Rita, pero las hienas siguieron mordiéndola". Como si la defenestración de su antigua dirigente se hubiese realizado en beneficio de ella y no como cordón sanitario para proteger al partido. Los múltiples casos de corrupción en el PP valenciano y los indicios claros de financiación ilegal de campañas municipales, sobre los que la prensa indagaba e informaba, aconsejaron al estado mayor de Génova separar a su ex alcaldesa. Habría quedado más coherente Hernando diciendo, como un personaje de Scorsese o Coppola, que lo hicieron por un asunto de negocios, pero en el fondo la querían. Barberá era una política bajo sospecha, pero también un ser humano que una vez muerto merece respeto. Por eso no estuvo fuera de lugar el minuto de silencio que le dedicó el Congreso, en el que Iglesias ordenó a Podemos no participar. Pablo Manuel es cada vez menos Peter Pan y más capitán Garfio. El circo de los niños perdidos.

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